miércoles, mayo 02, 2007

El español del súper


La realidad es devastadora, y la vida es injusta. Si bien tengo un temperamento más bien histriónico, dado a erotizar asuntos que no lo son y plantearme una existencia más interesante de la que tengo a base de exageraciones, nunca dejo de sorprenderme por lo babosa que llego a ser.

Un sábado a las siete y media de la mañana, lagañosa y despeinada salí al súper del ISSSTE que está en la esquina de mi edificio. Tomé varias cosas urgentes y me formé en la fila. Atrás de mí iba un tipo enorme, de ojos verdes y barba. Mediana edad, tendrá o treinta y últimos o cuarenta y medianos. Muy lindo él, oí sus fonemas extraños y el acento, era español. Me hizo plática primero sobre el clima, luego sobre lo que viniera a cuento.

E.- Y bueno, ¿dónde vives tú?

W.-Aquí en el edificio horrible de la esquina.Y Usted ¿dónde vive?

E.- En Doctor Valendzuela. ¿Qué tanto compras, eh? - husmeó sin recato alguno en mi compra, aconsejándome dónde encontraría todo más barato. Es un tacaño, pensé. Luego me confesó, como quien nunca sospecharía, que ya estaba grandecito y pensaba en casarse, pero una mujer que no supiera economizar, le daría horror. Sí que sí, le dije.

Ejemplificando me dijo, que conseguiría con los ambulantes a tres pesos, una docena de rastrillos negros que llevaba en mi carrito. Y de paso eran azules, más bonitos, se justificó

E.- Porque ésos rastrillos no son para tí, ¿eh? que serían rosas, los tuyos...

W.- No, salen más baratos los amarillos. El rosa no me gusta. Yo sí sé economizar.

E.- Pero ésos son negros, son de hombre. De tu papá, de tu abuelo...- Insistía

W.- Son de mi esposo.

E.- ¡Vaya! Bueno, adiós.

Y sin más, se largó.

Mi jefe se carcajeó con ganas cuando le conté esta historia. Yo no supe porqué contesté automáticamente eso. El tipo me agradaba, y mi próxima pregunta era saber si era madrileño o de qué provincia era. Llevaba aceite de oliva y pan integral, me acuerdo. Me hubiera gustado preguntarle muchas cosas, porque ya quedan pocos españoles por aquí. Una pena, porque tienen un sentido del humor chapucero y llevado que no veas...en mi calle sólo quedan dos negocios de españoles. El café Noreña y la Super Cocina Mi Fonda, donde el dueño alimentó a mi esposo desde los dos años con sus paellas. El de la super cocina ya hasta tiene un corrido.

Otro sábado en la madrugada, regresé a la misma hora y el mismo día al súper. Esta vez, puedo decir que andaba con la pijama: un pants negro, una sudadera color caqui, cubriendo mis desparramadas pechugas de mamá, que rebotaban a cada paso, prófugas del sostén. Me metí al súper como me levanté, hasta pantuflas llevaba. Pues ahí andaba el español otra vez. Cuando lo ví venir por mi pasillo, en sentido contrario, pelé los ojos, asustadísima. No había nada qué decir luego de mi lapidaria respuesta...pero ¡Oh! me dijo sin detenerse un ¡Hola! que rebotó por todo el lugar y me regaló la mejor de sus sonrisas. El canal comunicativo seguía abierto. El español tenía hábitos mañaneros e indefectiblemente, estaba más despierto que yo.

A poco rato, se formó en la fila y volteaba como faro para todos lados. Me escondí en perfumería y mientras me mordía las uñas viendo coloridas botellas de shampoo Caprice, me recriminé mil veces o más, que mi mejor espécimen fonológico y cultural se me fuera de las manos.

Comments:
Pos yo también me declaro fan de los españoles. Si son de Barcelona, mejor!

Bueno, el próximo sábado, y si no tienes planes más interesantes, te pones una ropa linda, te peinas y te maquillas impecablemente y acudes al súper con completa disponibilidad de tiempo esperando ver al tipo, ok? :-) Eso sí: ¡que no se entere el marido!
 
Esteeeee puessssss mmmmmmmmm si haga lo que el comentario pasado dice. chiaales que pinche comentario chafa el mío
 
Yo, yo no iria a esas horas de la madrugada al super ni aunque fuera por Claudia Schiffer, cada quien sus hábitos ;)
 
Coincido con Zack. A las 7 de la maNana yo no muevo ni media pestaNa.
 
Oye, si es cierto, ¿por qué vas tan temprano al súper y medio dormida? Bueno, si es para evadir a los ambulantes te entiendo.

A veces compro mi café en el Noreña, bueno, yo no he ido personalmente pero me lo compran ahí. Hasta nos regalaron un calendario.
 
Que loco, no? Uno menciona eso de ser casado o tener esposo y se pierden posibles amiguitos. Nimodo, asi va.
 
¡Que buena suerte del español! entrar a un supermercado de la ciudad más grande de México y encontrarse de buenas a primeras con el ejemplar femenino ideal que tenemos para exportar a España.

Le hubieras pedido que comprara un billete de lotería y te lo diera Wendy.
 
Jajjaa!! Móchate con el español. Tú ya estás casada!
 
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