sábado, agosto 07, 2010

A estas horas

Pues verán mi abuela Gaudalia (del latín gaudium= la que alegra) ha estado presente a lo largo de toda mi vida. Me crié con ella desde los dos años y le debo gran parte de mis virtudes: le agradezco que me haya enseñado a no tener miedo, a ser franca y generosa. A no ser fijada en detalles tontos y centrarme en lo esencial. A no ser neurótica ni quisquillosa, sino tranquila y práctica. Y a darme una larga dotación de muchos dichos, muchos, que siempre sazonan mis conversaciones. Yo de niña tenía muy mal diente. No comía casi nada. Estaba como un palo, con un café con leche aguantaba todo un día y por consiguiente, andaba más rabiosa e irascible que un perro. Mi abuela me rogaba, me amenazaba, me hacía comida especial para que yo comiera. La manía de Má (así le digo) de expresar cariño por medio de la comida es proverbial, sus platazos y comilonas interminables también. A quien no la conociera, le parecería una grosería que le sirviera más y más cosas sin pedirlas, platos y platos llegando a la mesa, y ella excusándose diciendo que perdón, pero que no tenía nada preparado, que a ver si les gustaba lo que, así a la carrera, había podido improvisar.

Por eso, ahora que no se recupera de una enfermedad respiratoria atípica, es triste para todos que no quiera comer, que no tenga hambre y que esté tan débil ya. En realidad es una viejita, pero no anciana, andará en sus setenta y cinco. No tiene diabetes, ni hipertensión, nada feo, nada que salga en análisis. Pero no se cura y no come. Estoy muy triste y sueño que se muere. Sollozo mientras duermo y lloro cuando despierto. Claro que una piensa que los viejos se irán antes, pero nunca se figura cuándo. Lo peor de todo esto (si es que puede haber) es que por el asma que tengo no debo acercarme a la Má porque si me contagia, voy a dar a inhaloterapia. No sé cómo acercarme a ella, no sé cómo decirle algo que la anime, y no ponerme a llorar al verla enteca y débil, su némesis. ¿Qué le digo? y en ese miedo, pues me hago mil ideas bobas. Mi mamá que es médico, la está cuidando mucho, y ya creo que se la llevó para tenerla más de cerca. Algo tenía qué escribir de esto, porque me carcome, no me deja esa idea. En fin, mañana llamaré a mi mamá para preguntarle cómo sigue y espero poder hablar con la Má, para rogarle que coma, aunque sea sin hambre. Espero ir a verla, aunque sea con cubrebocas, llevarle unas flores, algo. Y unos lentes para que no me vea lo vidrioso de los ojos, claro.

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