domingo, octubre 25, 2009

Don José

Que no se diga que solo leo autos de fe y sermones del siglo XVII. Y obras de teatro del XVIII. Me gusta mucho Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado

No, mi corazón no duerme.

Está despierto, despierto.

Ni duerme ni sueña, mira,

los claros ojos abiertos,

señas lejanas y escucha

a orillas del gran silencio

y García Lorca, a quien me da mucha hueva citar, los demás del novecentismo y la generación del 98 y la del 27 y la del 36 y todos aquellos...el problema es que los españoles, sus coterráneos, ya los han investigado bien y da verguencilla reconocer que me gustan porque dicen más de mí que de ellos.

Pensándolo bien, Luis Cernuda no dice nada de mí con esa cara de mujer con bigotes. Uno que me cae muy bien, les diré, es el seriesote José Ortega y Gasset. No importa que sus Estudios sobre el amor haya sido tan descorazonador: le perdono su gran jeta porque dijo cosas como ésta, a la que sacaré mucho jugo:

Todo lo aparente, todo lo que pasa a nuestra vista es jeroglífico. La figura jeroglífica está ante nosotros clarísima pero su claridad sirve sólo para anunciarnos que hay bajo ella un sentido oculto que es preciso adivinar. Así, cuanto vemos y oímos de nuestros prójimos es sólo dato jeroglífico que nos incita a adivinar la realidad latente, enigmática de su carácter.

Mi glosa no será mejor. Yo quisiera esta elocuencia para sacarme de la manga tres trabajos académicos por los que mi depauperada universidad me está becando. Y vean, no hago nada.

Ahora que me acuerdo, Ortega y Gasset no tuvo la culpa de que yo leyera sus Estudios sobre el amor a los doce años. La verdad es que el título me sonó a que podría resolverme el porqué de aquellas inquietudes corporales que me abrasaban... esos chamacos que me gustaban... eran amor o qué... sorprendí al librito durmiendo el sueño de los justos en la biblioteca de mi abuelo y lo hurté. Tiene hasta la fecha los subrayados de Don Benigno en tinta roja, desde donde puedo ver su felicidad cuando subrayó:

Es lo más frecuente que el hombre ame varias veces en su vida...el varón es plural en amor. Como nos referimos a las formas plenarias de este sentimiento, queda excluida la pluralidad de coexistencia (qué cándido don José: sí que andan con varias a la vez) y retenemos únicamente la de sucesión.

Una vez robado el ejemplar, lo forré de globitos color pastel y rematé con hule cristal para que nadie supiera lo que estaba leyendo. Y carambas, no entendí ni madre. Ahora sé que lo de mis doce años no era amor, y en ciencia, según la Universidad Stony Brook soy un caso raro: lo que se conoce como cisne, alguien que ya tiene con su pareja muchos años. Mis años de vida con mi pareja ya rebasaron los que viví sin él. Apenas tenía yo quince cuando ¡zaz! cayó sobre mí todo el peso de su humanidad robusta. Literalmente, pero yo me lo busqué.

Y estoy aquí, pensando en Ortega y Gasset porque no quise ir a comer a la casa de mis suegros. Les temo y no quiero estar renegando una semana, preguntándome a qué, a qué jodidos fuí allá. Estoy esperando a que mi esposo y mis hijas me traigan algo de comer (así de consentida estoy).

Amar es algo más grave y significativo que entusiasmarse con las líneas de una cara y el color de una mejilla (y la curvatura mórbida de una nalga) es decidirse por un cierto tipo de humanidad que simbólicamente va anunciando en los detalles del rostro, de la voz y del gesto. Amar es afán de engendrar en la belleza tiktein en to kalo (tiqui tiqui en to carlo) - decía Platón-. Engendrar, creación de futuro. Belleza, vida óptima. El amor implica una íntima adhesión a cierto tipo de vida humana que nos parece el mejor y que hallamos preformado, insinuado en otro ser.

Don José era platónico, romántico, a pesar suyo. Como mi abuelo, como mi esposo. Como los tipos que valen la pena.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?