jueves, mayo 31, 2007

Me voy de la Biblioteca

Pues me avisan que se acabó mi estancia en la biblioteca. Me voy a la Dirección XX, justamente en la que me refería en el post anterior y de la que echaron a mi esposo. Estoy un poco acostumbrada a estos cambios, porque ya llevo cuatro. Veremos. En cuanto a la razón de mi cambio ¿Alguien de aquí habrá visto mi post? No lo sé. Dicen que esa área requiere personal urgentemente. Mientras no me quede sin dinero, tampoco me preocupa mucho que digamos estar aquí o acullá. Espero conservar mi horario privilegiado hasta las cuatro de la tarde, y si no, pues con todo y mi vergüenza, los compañeros tendrán que soportarse a mis dos hijas hasta las seis de la tarde. Saludos grandes, sabía que esto de la Biblioteca se iba a acabar.

martes, mayo 29, 2007

Gente de trabajo

Si han pensado que ser burócrata apesta, tienen toda la razón. El burócrata es un ser despreciable reptante y resbaladizo, que vive con poco, se queja mucho y no hace nada. Para variar, soportará lo indecible, tormentos psicológicos y medievales si es preciso, por su trabajito de pacotilla. Su bandera es la resistencia por su pensión. Nunca podrá crear frente común con nadie, porque suele tener como eje rector de su comportamiento, su absoluta mediocridad y la certeza de que, sexenio a sexenio, nada puede cambiar. Chismosito, un mínimo de coherencia es imposible, un mínimo acto de conciencia moral, es impensable. Como niño aleccionado de primaria, sabe que cualquier rumor de sublevación es castigado: mi esposo pasó de brillante abogado, de juntas de madrugada para manuales de certificación, a sacacopias y atender una ventanilla. Yo de consentida coordinadora, a capturista, edecán, archivista y ahora, bibliotecaria.
Por su miedo intrínseco, el burócrata es un lacayo de palabra y pensamiento. Y por eso, a falta de algo sustancioso, crea un mundillo de subterfugios donde la intrascendencia adquiere proporciones colosales: las suspicacias, las acciones de violencia pasiva y encubierta, pleitos territoriales, las tonterías como hacer bronca porque "me miró feo", tandas, usura y venta de Avon, jerarquías que rozan la aristocracia feudal y amorcillos de hotel de paso, se convierten en sucedáneo, una especie de segunda vida a falta de una auténtica porque la comodidad, la cobardía y la pereza los tiene carcomidos. A veces hay destellos, donde aparece la sutil vena de la sublevación, que no dura mucho. Hace pocos días apareció en el baño del segundo piso un papelito que decía:

SI ERES UN LAMEHUEVOS PROFESIONAL
EN LA DIRECCIÓN XX PROGRESARÁS

El flamante director de esa área, rápidamente convocó a una junta. Dijo lo que nadie la había pedido que desmintiera, se tomó la molestia de contradecir lo evidente y aclaró, que en esa área progresaba solo "gente de trabajo" y no preferidos. El personal salió de esa junta como siempre: sabiendo que su empeño era lo de menos y que un libelo pegado en la pared podía hacer peligrar la paz comatosa su sacrosanto trabajo. Cuidadito.
Al día siguiente a la junta, apareció otro papelito incómodo:

PURA "GENTE DE TRABAJO":
SU TRABAJO ES
LAS RODILLAS AL SUELO,
DELANTE DEL JEFE.

miércoles, mayo 23, 2007

Pastillas segunda temporada

Antier mi esposo recibió por fin el mentado cheque de los remanentes de 2006. Una de las primeras cosas que hicimos, fué comprar una lavadora, pagar las colegiaturas pendientes de mi hija y comprarme otra vez mis pastillas de la felicidad. Están carísimas, en 420 la quincena. Sumando el medicamento del asma, sumen 480 al mes. Sale caro mantenerme feliz y respirando ¿eh? Tampoco es para alarmarse: esa pastilla me la tomaba por prescripción siquiátrica y en estricto sentido es un antidepresivo, e inhibidor de la recaptación de dopamina y norepinefrina. Están pendientes mis estudios para saber si mi cabezota produce o no una enzima que permite que esas sustancias producto del estrés se procesen adecuadamente. Al parecer, mientras duermo, mi disco duro no se limpia y resetea adecuadamente. No duermo bien aunque dueram demasiado, me vuelvo irascible y mi carácter cambia a cada rato de un polo a otro (no soy bipolar, que yo sepa). Escribo mucho, casi frenéticamente, pero eso no me da ninguna paz, al contrario. Ando ansiosa todo el tiempo y ésto es lo peor ¿les ha pasado que tienen que hacer algo pero por alguna misteriosa razón, no lo hacen? y a medida que pasa el tiempo, crece su angustia, se preocupan, pero no se ocupan como deberían. Justo debería ser así, si no fueran saboteadores de sí mismos.
Yo soy espécimen de autosabotaje y tengo muchas cosas que hacer. No me puedo dar el lujo de otra vez volverme Mr. Hyde y se me vayan años así. De hecho, si quiero salir de mi situación, necesito un esfuerzo extra, varios esfuerzos extra. Dejé la pastilla por octubre, porque quería andar sin muletas, decía yo, porque no quería que el mérito se lo llevara el medicamento. Y sin más, un día no me la tomé y no hice caso de dolores de cabeza, mareos y náuseas. Traigo muchas cosas encima y hay que sacarlas con aplomo, sí señor. Finalmente, el mérito será todo mío. Y la diferencia de un día perreando por todo y un día de buen ánimo, es mucha. A lo mejor ese día patético finalmente lo cumplo, pero el cómo hace la diferencia cuando los días pasan, uno tras otro.
Cuando tomo una cosa, dejo otra. Al tomar la pastilla diaria yo dejo atrás mis dolores inexplicables de cuerpo, mi mal humor y mal sueño, mis mejores posteos. Pero también dejo mi libido, mis lágrimas (en ocasiones me digo ¡yo debería llorar por esto, y no puedo llorar!) mis carcajadas, los dejo por una especie de mediocridad inocua, sin crestas. Por un estado medio permanente, que me permite hacer muchas cosas y tener paciencia en momentos complicados. En este momento, éso es lo que se necesita, que yo llegue a mis metas, sí que sí. No quiero que mis hijas tengan una mala idea mía por una deficiencia neuroquímica.
Y hablando de cosas más feas: tengo que hacer unos oficios para recordarles a los directores de área, vía el director general, que sus trámites foráneos apestan. Trámite por trámite y las quejas acumuladas, por cada uno de los estados de la república. Prometo cariñosas visitas apenas me libre de esa engorrosa encomienda.

lunes, mayo 21, 2007

Pasión en el hospital

Mi mamá ayer trabajó, tuvo una cirugía difícil. Es anestesióloga, se encarga de que duermas en la operación, cuida tus signos vitales durante ella y te cuida durante la recuperación. Ayer, mi mamá llego a las nueve de la noche y yo seguía de visita en casa de mis papás. Creí que llegaría con un humor de perros, pero no era así. Habían intervenido de una hernia umbilical a un señor de 44 años, de apellido Chagoya. En la cirugía, el señor hizo un broncoespasmo horroroso, sus árboles pulmonares no se abrían con nada. Nunca le dijeron a mi mamá ni a nadie que el señor era asmático y bueno, omitir detalles insignificantes o vergonzosos en una operación, perjudican, no saben cuánto. Mi mamá le pasó cuatro unidades de aminofilina para que los pulmones se le abrieran (a mí con dos, el corazón me trabaja como el de un caballo de carreras en competencia). Le pasó asimismo, ketamina.

El cirujano llega y ve un bulto de carne, un espacio delimitado y aséptico, termina, se quita los guantes y se larga. Quien permanece con ustedes y se cerciora que hayan sobrevivido es el anestesiólogo, no lo olviden: antes de, es el último que los ve despiertos y muertos de miedo. Luego de, los checa desde lejos. Y los anestesiólogos se divierten, porque los gases y los medicamentos que manejan, les juegan a los pacientes malas pasadas.

Al fin de la operación, mi mamá tenía miedo de que el señor no pudiera respirar por sí mismo, luego del broncoespasmo en cirugía. Así que se la jugó.

De un jalón, le sacó la sonda urotraqueal, por medio de la cual respiraba. Y se le quedó viendo a la cara, muy cerca, muy atenta, para percibir su respiración y en caso que se amoratara, volverle a introducir la sonda. Chagoya llenó sus pulmones, lo más que podía y profirió un grito ensordecedor en el quirófano:

-¡¡¡¡¡¡GGGGGGOOOOOOOOOOOLLLLLLLLLLLLLL DEL AMÉRICAAAAAAAA!!!!!!!!!- le voló las greñas a mi mamá con su aliento enfebrecido (y seguramente maloliente).

Chagoya sí podía respirar y estaba eufórico, exultante bajo los influjos de la ketamina. Se creía en la final chivas-américa. Un cirujano le siguió el juego y le gritó, haciendo eco con ambas manos y arremedando al comentarista deportivo "Perro" Bermúdez:

-¡GOLAZO del Amérique!. El paciente enloqueció:

-Quiero a mis águilas aquí, aquí en mi pecho, todo amarillo, sí,.....¡mis águilas!

Cantó el himno, se peleó con Cuauhtémoc Blanco, chifló, echó porras e invocó a su esposa, Pancha.

-¡Pancha, Panchaaaaaaaaaaaa!

-Don Miguel, ya salió de su cirugía, está en el hospital.

-Panchaaaaaaaaaaaaaa ¡me debe mis camarones! ¡apostamos unos camarones y perdió porque no pasaron los pinches Pumas! ¡Quiero mis camarones!

- No se mueva, Don Miguel.

-¡Ah chingá, chingá! ¡si yo estaba en el Estadio!

El efecto comenzaba a desvanecerse. Pero ya era tarde, muy tarde. Los impasibles galenos que ven ustedes, convertidos en micos festejantes, lo habían grabado con celulares, le siguieron el cuento con las porras, lo fotografiaron, se divirtieron de lo lindo con su desvarío. Mi mamá ha visto con sus pacientes lágrimas encarecidas, fabulaciones con Dios, la luz al final del camino, peleas con Demonios, la han confundido, le han pedido besos y tirado golpes. Hace casi ocho años, cuando yo estaba en labor de parto con mi primera hija, la Dra. Prado se escabulló y me "sembró" un anestésico que me hizo volar, salir feliz, agradeciendo a todos, dando bendiciones y pidiendo nombres para enviar regalos:

-¡Pero qué buenos, qué buenos son ustedes! Deveras que sin ustedes ¡no sería posible, no, no, no! déjeme bendecirlo, doctorcito, venga acá -decía yo, hablando como la Guayaba y la Tostada. Una vergüenza. Mi anestesiólogo sólo me acariciaba la cabeza, yo sé que se caracajeaba detrás del cubrebocas. Lo sé.

Mientras cenaba ya en casa, mi mamá estaba muerta de la risa, y mi hija mayor también. Yo preparaba notas para este post, en una servilleta.

Sí, mi mamá es una gran tipa.

sábado, mayo 19, 2007

Amo a los Ingenieros

Aunque he soltado esto por otros lados, siempre tuve malas experiencias en las materias de Ciencias. Creo que ese prejuicio me entró desde secundaria. Yo iba en segundo año y tenía un maestro de origen japonés, muy exigente. Nos pedía que forráramos los cuadernos con papel negro y nos advirtió, que si íbamos a extraordinario, nunca nos dejaría pasar. Me aterré y le pedí a mis papás clases particulares, de las que sólo me libró la licenciatura. Y con mucho esfuerzo, pude subir mi promedio en matemáticas, al grado de quedar en una competencia escolar en tercero de Secundaria.
Es de mis peores experiencias... cuando me dieron el examen, no pude hacer ninguna ecuación. Ninguna. Me paralicé, creo que escribí números al azar, algo así. El maestro de matemáticas me dijo que nunca había conocido alguien más burra que yo, nunca, en 30 años de carrera magisterial. -Qué bárbara mija, de todas, no le atinaste a ninguna.
En preparatoria, fué por demás. Ya ni pelaba a ningún maestro. Me entró hasta el tuétano el prejuicio de que era mala, retrasada y sólo con extraordinarios. El de química, de física, de geometría analítica, matemáticas, eran habituales y aunque los pasaba a la primera y llegaba a sacar ocho como máximo, me costaban mucho.
Rocío era la Ingeniera en Metalurgia que me daba clases en su casa. Ella decía que yo era distraída, pero de ninguna manera burra. Para mí era desesperante hacer muchas ecuaciones, dominar los pasitos y a los dos días, no recordar nada. Si se mezclaban más tipos de ecuaciones, era el acabóse para mí. Las ecuaciones eran un platillo extraño, que no sabía por dónde comenzármelo a comer.
Por eso, se me hizo una broma de mal gusto que en el examen de Orientación Vocacional sacara la máxima aptitud para Ingeniero Topógrafo - Geodesta. Y luego aparecía -invariable en mujeres, cosa rara- secretaria. Rocío me dijo que ella me ayudaba en la carrera, que no tuviera miedo. Que en cuanto viera la aplicación práctica de las ciencias, todo mejoraría.
Pero no le hice caso. Deliberadamente, busqué la manera de evadir cálculo diferencial e integral en ultimo grado de prepa. Me había planeado una vida lejos de las ciencias y nada en este planeta me iba a disuadir. No quería fracasar, tenía una necesidad enferma de hacerme la inteligente, que las ciencias saboteaban. En un examen verbal, sólo me aprendía las palabras clave y ya. En uno de ciencias, si bien los números eran limitados, yo nunca atinaba las combinaciones.
No me quedé en el primer examen de admisión para la carrera de Derecho. Mi esposo, sí. Hacia el segundo examen, yo estaba por Letras Hispánicas y mi segunda opción fué Sociología. Me quedé y lo ataño más a la baja demanda de esa licenciatura que a cualquier otra cosa. Letras no fué tan sencillo, porque estaban Latín, Lingüística, Morfosintaxis y Filología Hispánica, regaditas entre los cuatro años de la carrera. El ambiente de letras no es agradable para un ente platicador como un perico, como yo. Hay arrogancias que me lastimaron mucho. El estudiante de letras es un espécimen raro, un vanidoso sabelotodo, alguien que te dice oligofrénica en vez de pendeja, luego que lo invitaste a cenar y lo has leído durante meses. Alguien que forrará sus libros con periódico para que no sepas lo que lee, y si le preguntas dónde lo consiguió, nunca te lo dirá. Díscolos y rapaces en bibliotecas, nunca te ayudarán ni compartirán nada, en grupo se miran entre sí con ironía y no te sacan del "posible" error. Partidarios de evidenciarte a burlas. Nunca formé equipo no nadie y siempre me sentí rechazada. En los pasillos, te dejan con el saludo en la boca y ni una alzada de cejas conceden. De la licenciatura saqué dos amistades. Aquí en el blog aparecieron Blanca y Claudia, de Letras también, para romper el paradigma negativo. De todo corazón espero que su experiencia en la Facultad no haya sido como la mía y espero conocerlas alguna vez.
Saliendo de la carrera, mi primer trabajo fué en el Instituto Politécnico Nacional, dando clases a Ingenieros Textiles e Ingenieros en Metalurgia en ciernes. Mi experiencia, fué positiva, muy bonita, me pagaban poco y por honorarios. Y a pesar que tuve alumnos que veían con ojos románticos a su maestra de 22 años, no me gustó un ingeniero, sino un joven doctor en física, maestro de los metalúrgicos. Me explicaba lo de los fractales, la termodinámica y el quantum. Yo no entendía nada, el tipo me fascinaba. Me dí cuenta, y como buena esposa con una bebé de tres meses, lo evité a toda costa, le busqué defectos, hasta que mi ficción se acabó por cansancio. Como otras más.
Me dijeron ya dentro del Poli, que estudiara Ingeniería Textil, que la carga en matemáticas era ligera. Los maestros y funcionarios arreglarían mi entrada, sin examen. Y tuve un ejército de ingenieros que me decían que ellos también tenían problemas en matemáticas y que pasaban en extraordinario. -Yo te presento los exámenes, te doy guías y asesorías, bueno, más: te arreglo la compra de calificaciones, me dijo uno, en el summum de la generosidad.
Me salí del Poli con un buen sabor de boca. Y me metí aquí, por ocho mil pesos, al archivo y a la biblioteca, a dar clases de redacción y ortografía ocasionales a burócratas que no quieren aprender nada. Y comencé el blog en 2004, por aburrimiento y por dármelas de inteligente impresionando a dos tipos que me gustaba mucho cómo escribían. Caerles bien, ser su amiga sin mayor pretensión.
Y poco a poco, los Ingenieros fueron llegando al blog, otra vez. Contándolos, podría decir que tengo más de cinco lectores ingenieros, que ayer conocí a un lector Ingeniero en Electrónica y ya me persuadió de leer a Carl Sagan (Lino también me lo recomendó) y a Stephen Hawkins (espero que se escriba así) a Julieta Fierro. Y me persuadió con suavidad, dejándome hablar como cotorra, amistoso, siendo como yo siempre quisiera que los de letras fueran conmigo y nunca fueron. Y si lo fueran, de verdad que ya no me importa, porque estoy feliz con los lectores que tengo ahora. De repente me da por compartir lo que trabajo y lo que sé, porque me suspende, me gusta, una parte de mí anda por ahí. A veces, mi vehemencia puede alejarme de la objetividad o la verdad, con mayúsculas. Todas las épocas son paradójicas y mi sensibilidad vibra a la frecuencia del barroco. Trabajo con mentiras y muertos, estoy consciente de eso. Y de repente cuento historias, y me hago la simpática. Es inútil salir ileso cuando una es una payasilla bufonesca.
A veces suelo imaginarme qué hubiera pasado conmigo si hubiera sido Ingeniero Topógrafo. Cuando imagino eso, no puedo evitar pensar en un topo. Y cuando pienso en los Ingenieros, me acuerdo de los castores que hacen presas, es automático. Ingeniero viene de in genuum y vaya si lo tienen: si alguien me ayuda con cualquier dificultad técnica, es como un genio de la lámpara para mí. Lo más seguro es que si hubiera sido Topógrafa, hubiera distraído a todos los demás diciéndoles: -¿Ya les había contado que tuve un abuelito que se "torció"? ¿Y la historia de porqué las flores de los morales son color sangre? ¿Y el asunto de Crimen y Castigo ? Ellos, con la paciencia del santo Job, me hubieran mirado con hartazgo, elevando los ojos al cielo y me mandarían muy, pero muy lejos... a medir con un nivel o sistema GPS, que al cabo, estaría incorrecto y que acabarían midiendo ellos de nuevo.
Les diría -Gracias, gracias ¿eh? mira que son retelindos. Vamos a platicar, y tu bisabuelita ¿cómo se llamaba?

viernes, mayo 18, 2007

Meme 123 largo: Negar lo invisible.Caravaggio.

Tomo la estafeta que amablemente, me envió control-zape. Antes es preciso que les diga que inicialmente, control-zape me encabronó porque respondió a un comment mío -donde me amparé en Sor Juana- que era falsa mi afirmación. Luego, entré en su sitio y dijo que se había metido a una iglesia a pitorrearse (más allá de México: burlarse). Pero ayer, me dijo que el piropo obsceno de mi marido "escribes como mamas", era chido. Y luego, me pasó el super meme. Control-zape es un caballero. Desde luego, simpaticé y no puede haber un mejor principio. Hay muy felizmente, nuevos bloggers por aquí, y a ellos que les digo estudié Letras Hispánicas y espero titularme en este año. Mis áreas de especialización son la Literatura de los Siglos de Oro y la Novohispana. El arte barroco me gusta hasta el espasmo ¿acaso hay un arte más perturbador? y mi tesis versa sobre la literatura satírico burlesca, donde me he podido revolcar en el cieno de la porquería sexual y escatológica. Me encanta el barroco porque cabe todo (desde misticismo hasta sátira y burla obscena) y casi no posteo cosas de éso porque no tengo aquí mis libros, tarjetas y citas, pero comienza a valerme madre.

Como en esta ocasión. Hubiera querido transcribirles un fragmento literario de arrobadora elocuencia racional y emocional, pero estoy metida en mis porquerías. Aún así, transcribo. Como ustedes saben, en la Nueva España se peleaban criollos (hijos de españoles nacidos aquí) y gachupines (españoles peninsulares). Las peleas fueron a todos niveles, sociales, políticos y culturales que son bastante lentos de explicar y no lo suficientemente contundentes como estas décimas de etimologías falsas donde criollos y gachupines, se tiran mierda por el culo. Literalmente.

Aquí van los gachupines y pido una porra:

-En la lengua portuguesa

al ojo se le llama cri

y aquel que pronuncia así

aquesta lengua professa.
En la nación holandesa
hollo le llaman al culo
y así con gran dissimulo
lo mismo es decir criollo
que decir ojo de culo.

Tenemos por acá la respuesta de los criollitos ofendidos en su íntima hendidura, pido silbidos triunfantes:

-Gachu, en arábigo hablar

es en castellano mula

pin la Guinea articula

y en su lengua dice dar.

De donde vengo a sacar

que este nombre gachupín

es un muladar sin fin

donde el criollo, siendo culo,

bien puede, sin dissimulo,

cagar en cosa tan ruin.


Las clases de historia serían mejores con exempla como ésta. Por eso, en la asociación de historiadores donde estoy haciendo paleografía, me adoran. Y también adoro defender a los barrocos, porque nuestro método de conocimento ha cambiado tanto, hasta hacerse opuesto al de ellos. Y tenemos tanto en común. Es una causa perdida defender tiempos de monarquía absoluta y tiranía religiosa, lo sé. Pero estos seres trascienden todo, se las ingeniaban bien, su cabeza y enorme corazón era lo único que tenían y encima, trabajaban por encargo y sin libertad. Esta causa perdida Samuel Ramos la defiende mejor. Este fragmento, que saqué de una conferencia de Tovar y de Teresa, me encanta. Aquí Ramos defiende a los barrocos de la preceptiva del siglo XIX, que los atacó con insultos. Fácilmente podría aplicarse a nuestro siglo científico-tecnócrata. No me cuesta mucho trabajo matizar a Ramos para que se capte bien la idea, yo aparezco conteniendo al muy peleonero Ramos en corchetes, cito:

Durante el siglo pasado, [XIX] el poder político y espiritual cae en manos de plebeyos, clase que se vino enriqueciendo y organizando desde tiempos anteriores. Todo lo que aquél periodo histórico tiene de característico se lo debe a los plebeyos enriquecidos. Por eso es de las épocas más ruines de la historia.[No hay nada contra los plebeyos mas que el hecho, insoslayable, de que cuando las monarquías cayeron, la cultura cortesana y simbólica, que creció a su amparo, se cayó también. Los plebeyos tenían muy buen corazón igualitario, pero cultural y espiritualmente, estaban en la calle, carentes de cualquier sentido simbólico. Ningún complejo de clase, carajo yo soy nieta de campesinos. El siglo XIX pues,] fué materialista en la práctica, positivista en la teoría y naturalista en el gusto. [Pues el XIX es el siglo de los novelistas rusos, el apogeo de la novela, digo léanse Los Bandidos de Río Frío, la gente plebeya tenía mucho tiempo para leer novelas]

Cállate, gorda. Y esto es demoledor:


El que acepta la realidad tal como es, es que no tiene valor para resistirla y superarla, es una criatura inferior.Los más altos valores humanos son exclusivos de los que son capaces de independizarse, al menos espiritualmente, de la realidad concreta de la vida. El mundo ideológico y artístico del hombre del ochocientos [y del actual, claro] estuvo apegado al estrecho dominio del sentido común. Negó la existencia de todo lo que no percibían sus toscos sentidos o lo que no comprendía su torpeza intelectual [calma, Samuel...] El positivismo [y su hijito el cientificismo de "evidencias"] estaba destinado a hacerse popular porque justificaba el realismo cándido del sentido común y lo sublimaba al rango metafísico. Era la única filosofía accesible a plebeyos de ruda inteligencia, sin poder de abstracción, pobres de fantasía. Confesaron su inferioridad en sus negaciones, como un miope que declara inexistentes los objetos que su cortedad de vista no alcanza a mirar.


Fin de cita. Sólo me resta decir que vean con otros ojos las producciones de esos años incomprensibles para nosotros. El pasado esencial de México está muy inserto en lo que no se ve y esta miopía está haciendo que el pasado arrastre como grillete. Samuel Ramos el broncudo, se llama la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras. Los barrocos me ayudarán a sacar un doctorado, tengo que defenderlos, sino, mi trabajo estará perdido y tendré que leer en vez de Góngora, Sor Juana, Quevedo, ver a Caravaggio, El Greco, Velázquez, el españoleto, oír a Haendel, Bach...tendré que reventarme panfletillos periodísticos de lucha social, el Periquillo Sarniento de Lizardi, o novela de la revolución mexicana, ver paisajes de José María Velasco y créanme, ya los ví y eso no me gusta.

Este cuadro de Caravaggio es bárbaro. Se llama La Incredulidad de Santo Tomás [Hasta ver, no creer o Believe] para los cuates ¿Ven como Jesús, primer interesado, es quien le empuja la mano a Tomás a su herida? hay otro favorito, la Muerte de la Virgen, ella aparece media verde, hinchada y deforme, vestida de rojo (color de las putas). El dogma se lo pasó el pintor por el trasero. Las monjitas que encargaron el cuadro, no soportaron esa escena, no pudieron ver más allá, le devolvieron el cuadro a Caravaggio. Este pintor tuvo una muerte horrorosa: En Porto Ercole, lo detuvieron por un asunto insignificante (era muy bravucón) y el barco con un cargamento de cuadros de él, zarpó sin esperarlo. Cuando lo liberaron, desesperado, salió corriendo rodeando la costa, tras el barco que contenía sus trabajos, sus afanes, su futuro. Corrió y corrió durante días y noches. El sol, la sed, el hambre y la malaria lo apaciguaron al fin en la playa, detrás del barco que nunca alcanzó.
Paso el meme (transcriban la página o fragmento de un libro que les guste):
Marcela de la Peña
Lino Coria Mendoza
Raúl Pacheco
Blanca Figueroa
Kix
Andrealp

jueves, mayo 17, 2007

Pinta y cenas

Antes de abandonar temporalmente el blog, mi esposo fué de mis lectores más entusiastas. La noche del martes, libres de niñas por esta semana, estábamos en una cenaduría y, mientras me embutía un tamal verde con atole de fresa, le pregunté a mi esposo su opinión sobre mi escritura: -Pues eres muy entretenida, dijo. Cuando vió mi entecejo, continuó: -Pues es muy rico, satisfactorio. Fácil te pierdes ahí y lo disfrutas, lo haces muy rico, muy de dejarse ir. A veces no parece que eso que cuentas sea la realidad, pero bueno, yo que te conozco, sé que así es. Salvo los cuentos. Lástima lo de la novela inconclusa de Encarnación, estaba buena. Me hubieras metido como personaje al quite, caray unos putazos al nene y ya.-
Mordió la flauta de pollo con crema, salsa y guacamole, y súbitamente, se le ocurrió una analogía que ni a Gracián en Agudeza y Arte de Ingenio. Me da vergüenza escribir lo que me dijo, pero en aras de la verdad, lo pongo sic: -Escribes como mamas... Luego de eso, mis ojillos malévolos brillaron, me acabé el atole y nos largamos de ahí, sin darle propina al mesero. Vimos en la tele un programa de análisis político -le encantan esos programas a mi esposo, lo mismo que James Bond- y nos dormimos de madrugada.
Ayer, me desperté tan tarde que no vine a trabajar. Preferí ir a la Universidad a ver una tesis doctoral que tenía pendiente. Paseamos a la perra, fuimos a la División de Estudios de Posgrado, gocé con saña cuando mi can se aventaba ladrando furiosa, a los novios calientes esparcidos por el césped, y luego ya para la noche, nos fuimos a Coyoacán. Entramos a la librería y vimos la colección de un museo erótico en Berlín, le enseñé Coños de Juan Manuel de Prada, busqué infructuosamente a Mercedes Abad, y el libro de Gracián que mencioné arriba. Ví las novedades, pero no me enganché con nada. Mejor, porque ni dinero tenía.
Cenamos delicatessen barato, compartimos un bagel con queso crema, paté de aceitunas, jitomate y lechuga con aderezo.Yo, una tisana olorosa, riquísima. Él pidió un café americano con cardamomo, fumó un cigarro. Guapísimo, me dijo que hubiera querido ser chef.
-Hubieras querido ser hasta chica Bond, remarica- le rematé

Estábamos bajo una enredadera con luces de manguera, muy linda, en la noche llena de calor. Y ahí, en esa mesita esmerilada, en la delgada silla de aluminio que sufría abriéndose cada vez más con el peso de mi esposo, contándome si le gustaba más esta o aquella maestría (es abogado y está entre Sociología Política, Ciencias Políticas, y Gobierno y Asuntos Públicos) ahí, me empecé a preguntar si realmente me importaba mucho que nunca cumpliera con las expectativas que yo tengo para él. Qué tal si sólo es un buen tipo que vibra a la misma nota que yo. Qué tal si sólo lo dejaba acompañarme y ya. Los 14 años que llevamos, otros más.
Llegando al departamento, estuvimos platicando de posgrados, emocionados otra vez con algo que a lo mejor nunca viene, como siempre. Cuando estaba para dormirse, me dijo otra de sus procacidades:
-Qué bárbara, qué culote te cargas, qué cosa......zzzzzzzzzzzzzzzz

Hoy me levanté tempranísmo porque los gatos estaban jugando encima de mí y me dieron un zopapo...y aquí estoy, oyendo Not for all the love in the world.
But she didn´t realize now that´s a lotta love.

lunes, mayo 14, 2007

Secreto de mi familia

El secreto mejor guardado de mi familia, el que más pudo haberla devastado y nadie sabe hasta dónde, es que mi abuelo tuvo una relación homosexual al final de sus días. Les voy a contar...mi abuelo, que falleció en 1986 cuando yo tenía nueve años, tenía una enorme biblioteca y yo desde chica me metía en ella. En un principio, me llamaron la atención las revistas XXX viejas que había ahí, y luego que me fastidió Doris Pavel, le entré a los libros. Mi abuelo subrayaba con pluma roja lo mismo a Unamuno que varios libros de autoceptación gay. Al principio, creí que era una de las demás excentricidades de mi abuelo, como su obsesión por las suecas, pero se cayó una tarjetita de cumpleaños de un libro.Y de pronto, a mis pocos años, muchas cosas adquirieron sentido para mí.
La tarjeta llamaba con muchos motes cariñosos a mi abuelo, como gordito y era de otro hombre, que yo conocía. Mi abuelo le dedicó libros a ese hombre. Veamos: yo viví con mi abuela y tíos cuando mis papás se divorciaron, desde los dos hasta los once, aprox. Y nunca mi abuelo vivió con nosotros. Llegaba de vez en cuando, acompañado por un hombre moreno, con eterno cuello de tortuga. Era recibido en casa, por mi abuela. Lo apodaban Polo. Cuando de niña pregunté quién era, me dijeron que era el chofer de mi abuelo. Si yo preguntaba porqué mi abuelo no vivía en el departamento con nosotros, recibía un invariable: porque no cabemos, porque mi papá se hartó de las borracheras y desmanes de Rubén Darío y de la alcahueta de mi abuela. Además, él debe cuidar la construcción de la otra casa [donde vivía con Polo.]
Rubén Darío es el tío alcohólico del que he escrito otras veces. El nombre seguramente no tiene nada que ver con su vicio, que empezó en la pubertad y acabó, cocainómano y paranoico, encerrado en una granja siquiátrica. Era el hijo varón mayor, el que seguía a mi mamá. El único con nombre de poeta. El más guapo, le decían El Carita, el más alto, el de mejor voz al piano, el sobreprotegido niño de mamá. El que de repente, obstinadamente, se echó a perder. El que ví tantas veces golpeando a todos, incluída yo. El que odiaba -lo único genuino en él- con un odio profundo y pútrido, a su papá.
Mi mamá, primogénita, se vuelve fiera e irascible cuando toco el tema, a lo más, refiere que en esa relación tuvo que ver que mi abuelo estuviera en el Seminario de Morelia, que ahí pasaron "cosas" y que no fué homosexualidad, sino bisexualidad. Lo que sea, se enfurece. Los demás tienen una imagen estereotipada de mi abuelo. Si fuera por ellos, nunca podría conocerlo, como él era. Sólo por Polo, quisiera contactarlo, preguntarle, platicar...la última vez que supe de él hace muchos años, fué que mi tío León (por el Papa León XIII) se lo topó en una Iglesia, y se saludaron. A nadie le importó preguntarle más.
A mí sí me importa, quisiera encontrarme con Polo, quisiera platicar con él. Tal vez, alguno de ustedes conozca a un señor llamado Leopoldo, de modales suaves y elegantes, moreno y delgado, mediano de estatura. Seguramente, él no me reconocería, porque nunca Polo tuvo un detalle significativo conmigo. Yo a estas alturas, sólo le diría: Me apellido Prado. Tengo a su gordito en los genes, observe. Mire mi cara redonda. Vea mis ojos, mis ojos grandes y saltones... le invito un café...deme un abrazo.

viernes, mayo 11, 2007

Una noche como esta

Vamos a ver, yo no debería estar aquí a estas horas. Son las diez con tres y estoy en mi trabajo. Checando un artículo de la poesía burlesca del Siglo de Oro y blah blah blah, que no se puede imprimir. Tengo los ojos rojos, y cuando los entrecierro, veo las luces de los autos que pasan a lo lejos, los entrecierro más y se ven tan pequeñas como las luces de un árbol de navidad. En noches como ésta, quisiera pasear, ir al cine. Mis hijas están con sus abuelitos paternos, mi esposo está trabajando en el billar y me gusta manejar de noche. Quisiera salir y espiar conversaciones ajenas, ver los platos de los restaurantes, lo que comen, cómo huelen.Espiar sin que nadie me viera. cambiar espacio y tiempo, climas y olores, y darme cuenta que hay otras maneras de pensar, otras maneras de reír, manos distintas a las mías.
No creo aguantar 27 páginas leídas en Acrobat reader, tomando notas y citas. A lo mejor, no termino hoy. Me contengo ahora de pasear, porque hallo más placer en la contención que estallará cuando me titule, por fin. En un rato más, me iré a mi departamento y me recibirán mi perra mediosalchicha y los dos gatos: el pinche michoacano de ojos azules y el otro, el blanquinegro, gordo como un pingüino. Me gusta que nunca estoy sola. Me siguen a todos lados, en el radio de 66 metros de mi departamento. Incluso cuando estoy en el baño, los gatos meten su patita y piden entrar. Tengo un ángel extraordinario para los animales, hay que reconocer. por más que los boto y les doy medicina cuando están mal, me adoran. No podría vivir sin animales. Son ya las 10:15...ya es tarde pero no tengo sueño. Mañana voy a la Universidad a buscar más cosas, y recoger unas copias de Maxime Chevalier y otras de Lope de Vega que no alcancé a recoger el miércoles. Las encargué, me largué de glotona por unos esquites y de regreso se vino un chipi-chipi que me dejó batida. Cuando llegué ya habían cerrado y estaba ensopada, trague y trague esquites, eso sí. Estaban ricos, valió la pena la caminada y las tres inyecciones que llevo. Y las dos que me faltan.
Tengan un buen fin de semana. Pórtense mal. Tengan animales y cómprense esquites, mójense de noche. 10:20, ya me pasé.

miércoles, mayo 09, 2007

Pollos Wendy

Hoy me despertó un escándalo que tenían los polleros. De ordinario a las cinco de la mañana entre tijeretazos que se oyen como castañuelas, ponen a Vicente Fernández, pero esta vez fué distinto, tropical:
Muuuuñeca ¿porqué eres tan esquiva, muñeca?
Muñeca ¿porqué es que te portas así?
Esquiva, esquiva, esquivaaaaaaaa
Y un tipo con el altavoz, gritaba ¡A todas las madrecitas las invitamos a que pasen a la gran apertura de Pollos Wendy! ¡Sí, venga y compre lo necesario para su celebración! ¡Po-po- po-llos We-We-Wendy! Yo feliz por la serenata, salí al balcón de mi departamento, lo tomé como una especie de homenaje personal. Hace algunos meses, Pollos Wendy amaneció con sellos de Clausurado, los dueños no se pudieron meter ni a limpiar el local y aunque echaron cal y taparon todos los resquicios con periódico, la podredumbre apestosa de los cadáveres avícolas era insoportable. Hoy el local presentaba globitos de colores y sabrosas edecanes bailarinas que los polleros miraban con delectación porque bien dice el pareado vuelto dicho: No hay amor más puro y sincero que el de un pollero.
Eso no era todo: las pútridas esquinas que forman Aranda y Delicias fueron seleccionadas para un festejo delegacional para el día de las madres. Así que policías aventaron a los ambulantes hacia las otras calles y trajeron dos pipas con agua tratada a presión para limpiar las calles. Y ahí tienen ustedes a los polleros con sus batas y botas de plástico, echando detergente y tallando con escobas las calles que tienen regadas con cabezas, tripas y patas de pollo tiradas por ahí. Avanzaban como un escuadrón de limpieza, entre chiflidos y gritos de sus compañeros: ¡Puto, limpia bien! ¡Pinche maricón, para eso me gustabas! ¡Muévete más, excítame puto! y aquellos responden, quitándose el sudor de la frente: ¡Pues ven a chingarle, huevón! otros, improvisaron pasitos a la table-dance con las escobas como tubo.
El agua a presión sacaba la basura, cucarachas caguamas y ratas escondidas bajo las láminas de los puestos...hermoso.
Por este día y hasta mañana, tendré despejada la vista y podré asomarme al balcón sin que entre el humo apestoso que emana el cazo del puesto de chicharrones de abajo. Por este día, la calle estará como debería estar todos los días, en el Centro Histórico.

martes, mayo 08, 2007

La isla de los pingüinos de Anatole France


Esto lo escribió el Lic. Otero para la RMDA

fraterno, gracioso y amigable, ameno

entre sus muchas virtudes, como ser maestro,

ser abogado

es una mácula menor.

En esta novela el padre Mael descubre una isla y cree que los pingüinos son hombres subdesarrollados. Debido a su fe cristiana, cree necesario bautizarlos: después de bendecir el agua de las cascadas y colocarles una gota de agua pura en la cabeza a cada pingüino, pronuncia las palabras rituales. Al conocerse la noticia, hubo una conmoción. los letrados y doctores discutieron para aclarar la naturaleza de ese bautizo, y llegaron a la conclusión de que el sacramento había sido válido. Por tal motivo, al convertirse al cristianismo, de ahora en adelante los pingüinos debían de ganarse el cielo.

Se les enseñó, además de la fe católica, a cultivar la tierra. Una mañana de otoño, mientras el santo Mael observaba el comportamiento de las aves junto con el monje Bulloch, vio con horror que un robusto pingüino de piel blanca y pelo rojo atravesaba el valle cargando una maza enorme. Se acercó a un humilde pingüino que regaba sus lechugas y le gritó: ¡Tu campo es mío!

Después de pronunciar estas palabras golpeó la cabeza del hortelano, el cual murió sobre la tierra cultivada por sus afanes.

Mael, tembloroso y con abundantes lágrimas, dirigió una súplica al Señor para que vengara el sacrificio de la víctima inmolada en su huerta. Al oírlo, Bulloch suavemente le dijo: " Cuidado padre mío, pues lo que llamas robo y asesinato es la guerra y la conquista, fundamentos sagrados de los imperios, origen de todas las virtudes y de todas las grandezas humanas. Reflexiona que si vituperas el robusto pingüino, escarneces el principio y la raíz de toda propiedad. No me costaría mucho trabajo demostrarlo. Cultivar la tierra es una cosa y otra cosa es poseerla.

"En materia de propiedad, el derecho del primer ocupante es incierto e infundado. El derecho de conquista descansa en sólidos cimientos, es el único respetable por ser el que se hace respetar. La propiedad tiene por único y glorioso origen la fuerza, principia y se conserva por la fuerza. Y ese pingúino rojo acaba de fundar una noble casa. Voy a felicitarlo."

El monje Bulloch se acercó y en voz alta dijo: " Padre mío, bendice a este pingüino porque todo poder viene de Dios"

Mael quedó inmóvil y mudo, con los ojos clavados en el cielo. Le producía incertidumbre dolorosa la doctrina del monje Bulloch, y sin embargo esa doctrina debía prevalecer en la época de la más elevada civilización.

viernes, mayo 04, 2007

El trabajo en la ciudad

Ayer fuí a buscar un segundo trabajo y me aceptaron. Las ventajas son la experiencia a nivel secundaria y tres mil pesos extras. Las desventajas son más: tenía que rolarme por 5 escuelas y rumbos diferentes cada día de la semana, darme de alta en hacienda para cobrar por honorarios y pedir permiso acá para salir más temprano, sin mencionar a mis hijas. No me dejarán salir de aquí más temprano porque ya tengo consideraciones; mi horario ordinario es hasta las seis y lo tengo comprimido para salir a las cuatro. Gano 9 mil pesos al mes, pero el otro trabajo no me conviene, en definitiva. Yo quería ofrecerme en realidad, para trabajar los sábados. Creí que 200 o 300 pesos por mi sábado no estaban mal. De ordinario, para alguien que no está titulado ofrecen cursos de ingreso a universidad, secundaria y prepa abierta, mas regularizaciones (no tan requeridas como las materias de ciencias) ofrecen 35 pesos la hora. Hay chamba hasta rumbos ignotos para mí como Tlalnepantla, Tultitlán y Satélite, toda la zona norteña. Lo máximo que he visto en un Colegio particular para maestra de secundaria son 6 mil pesos y te quieren titulado, con dos años de experiencia frente a grupo y cursos de habilidades pedagógicas. Si llego al doctorado, por lo menos me aseguro un ingreso de 8 a 12 mil pesos al mes.
Nunca me va a dar permiso el Coordinador Administrativo de salir más temprano, luego de que ayer mi esposo le mentó la madre e hizo un escándalo en el primer piso. Está desesperado porque no le entregan su cheque, se le esconden, lo hacen esperar horas, se echan la bolita...así lo traen desde que regresamos de vacaciones de semana santa. Yo ya estoy viendo qué joyitas tengo para empeñar. Mi esposo sigue en capacitación del horrible y miserable Call Center del banco de Carlos Slim y se buscó otro trabajo para las tardes en un billar, de cinco a doce de la noche. Curiosamente, en el billar está contento porque el dueño es buena persona, te saluda dándote un leve tacle, un empujoncito de hombro. Cómo dudar de su bonhomía, si ayer que mi esposo salío en la madrugada del billar, le dió una botella de vidrio para que se defendiera de los maleantes. A esas horas, en el metro de zona gay, sólo una parejita le pueden pedir un trío, así que si ven un tipo enorme, moreno, como de 130 kilos, ojos soñadores y boca como la del negrito sandía en el andén del metro, es mi esposo.
Así la situación, pero no se crean: no haríamos cualquier cosa por dinero. Por supuesto que quisiera vivir mejor, pero haciendo lo que sé, lo que estudié. Si me dieran 50 mil pesos al mes por vender y engañar a la gente, bailar con los clientes o ser narcomenudista simplemente, no lo haría. Uno es lo que hace.¡Cómo te puede tentar la codicia! Cuando a los 30 años mi papá estaba recién titulado y pobre, cuando se fué de mojado a pintar casas en Texas, le decía a mi mamá que se fuera a trabajar a la pizca de alguna verdura. Que ganaría más que siendo médico cirujano.
-Nunca, le dijo.-Aquí soy la doctora, allá no soy nadie. Y aunque el Seguro Social me pague poco, una mujer pizcando algodón no podría sacar adelante enfermos en condiciones tan precarias como lo hago yo y ese gusto, por el que estudié tantos años, nada lo paga.
Hoy mi papá, luego de que lo botó la migra, es subdirector jurídico y hace su maestría. Mi mamá estudió dos especialidades médicas (yo nací cuando ella tenía un año de carrera y mi hermana se gestó en la primera especialidad) y es jefa de servicio en un hospital. Siento mucho orgullo por ellos, pero también mucha presión por todos lados. Mi esposo no consigue trabajo de abogado por ninguna parte. Yo no estoy en una institución propicia para mi carrera, como un médico en el Seguro. Pero tengo que creer que con trabajo las cosas tendrán que salir bien. Si me metí a tener familia, y carrera de humanidades, es seguramente porque era muy inmadura, porque seguro estoy loca y no veo el mundo a mi alrededor. Bueno... mi maestro de siglo de oro decía que el valor de Alonso Quijano era intentar vivir de acuerdo a ideales, en un mundo donde todo parece rebasarlos. Por eso estaba loco. Y al mismo tiempo, valía más vivir una semana en la virtud ideal, que toda una vida a la sombra y palidenciendo de indignación. No sé en cuál estoy yo. Esta pinche analogía, ese jueguito de imaginación a lo pendejo, esa fantasía idealista de perdedor justificado que ni siquiera es mía, es lo único que tengo, queridos míos. Con eso no me hago una vida mejor, ya lo sé.
Me extendí de más que de costumbre, pero ni modox.

miércoles, mayo 02, 2007

El español del súper


La realidad es devastadora, y la vida es injusta. Si bien tengo un temperamento más bien histriónico, dado a erotizar asuntos que no lo son y plantearme una existencia más interesante de la que tengo a base de exageraciones, nunca dejo de sorprenderme por lo babosa que llego a ser.

Un sábado a las siete y media de la mañana, lagañosa y despeinada salí al súper del ISSSTE que está en la esquina de mi edificio. Tomé varias cosas urgentes y me formé en la fila. Atrás de mí iba un tipo enorme, de ojos verdes y barba. Mediana edad, tendrá o treinta y últimos o cuarenta y medianos. Muy lindo él, oí sus fonemas extraños y el acento, era español. Me hizo plática primero sobre el clima, luego sobre lo que viniera a cuento.

E.- Y bueno, ¿dónde vives tú?

W.-Aquí en el edificio horrible de la esquina.Y Usted ¿dónde vive?

E.- En Doctor Valendzuela. ¿Qué tanto compras, eh? - husmeó sin recato alguno en mi compra, aconsejándome dónde encontraría todo más barato. Es un tacaño, pensé. Luego me confesó, como quien nunca sospecharía, que ya estaba grandecito y pensaba en casarse, pero una mujer que no supiera economizar, le daría horror. Sí que sí, le dije.

Ejemplificando me dijo, que conseguiría con los ambulantes a tres pesos, una docena de rastrillos negros que llevaba en mi carrito. Y de paso eran azules, más bonitos, se justificó

E.- Porque ésos rastrillos no son para tí, ¿eh? que serían rosas, los tuyos...

W.- No, salen más baratos los amarillos. El rosa no me gusta. Yo sí sé economizar.

E.- Pero ésos son negros, son de hombre. De tu papá, de tu abuelo...- Insistía

W.- Son de mi esposo.

E.- ¡Vaya! Bueno, adiós.

Y sin más, se largó.

Mi jefe se carcajeó con ganas cuando le conté esta historia. Yo no supe porqué contesté automáticamente eso. El tipo me agradaba, y mi próxima pregunta era saber si era madrileño o de qué provincia era. Llevaba aceite de oliva y pan integral, me acuerdo. Me hubiera gustado preguntarle muchas cosas, porque ya quedan pocos españoles por aquí. Una pena, porque tienen un sentido del humor chapucero y llevado que no veas...en mi calle sólo quedan dos negocios de españoles. El café Noreña y la Super Cocina Mi Fonda, donde el dueño alimentó a mi esposo desde los dos años con sus paellas. El de la super cocina ya hasta tiene un corrido.

Otro sábado en la madrugada, regresé a la misma hora y el mismo día al súper. Esta vez, puedo decir que andaba con la pijama: un pants negro, una sudadera color caqui, cubriendo mis desparramadas pechugas de mamá, que rebotaban a cada paso, prófugas del sostén. Me metí al súper como me levanté, hasta pantuflas llevaba. Pues ahí andaba el español otra vez. Cuando lo ví venir por mi pasillo, en sentido contrario, pelé los ojos, asustadísima. No había nada qué decir luego de mi lapidaria respuesta...pero ¡Oh! me dijo sin detenerse un ¡Hola! que rebotó por todo el lugar y me regaló la mejor de sus sonrisas. El canal comunicativo seguía abierto. El español tenía hábitos mañaneros e indefectiblemente, estaba más despierto que yo.

A poco rato, se formó en la fila y volteaba como faro para todos lados. Me escondí en perfumería y mientras me mordía las uñas viendo coloridas botellas de shampoo Caprice, me recriminé mil veces o más, que mi mejor espécimen fonológico y cultural se me fuera de las manos.

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