martes, marzo 27, 2007

Los calentones

Aunque mi compañera E. es buena y simpática, no puedo negar que es una calentona con cuando hombre tiene enfrente, y lo hace delante de quien sea la traviesilla, y ayer sí me hizo sentir mal. Hubiera querido desaparecer cuando enfrente de mí, ella picoteaba a R. quien reaccionaba muy divertido. En una de ésas, le dijo: bueno, dame 15 minutos, vamos aquí cerca (léase hotel o motel) y verás.
Cuando abordé el metro, de regreso a mi casa, iba a oscuras todo el vagón y la obscuridad era aprovechada por una pareja de novios, que se besuqueaba y casi se limpiaban las anginas. Iba también una niña como de nueve años que podía contemplar la escena sin dificultad. Me sentí incómoda y con atisbos de coraje por estar expuesta tan rápido a dos momentos en los que no quería estar, a la hora en la que no quería andar (suerte que me tomé una pastillita para aguantar). Me molestan las efusiones físicas en público. Más si hay niños. Me molesta que mi compañera sea una calentona y que yo esté esperándola a que me de un aventón a mi casa, a las once de la noche.
¿Será que estoy insatisfecha? ¿que no me gusta contemplar el gozo ajeno? ¿seré una amargada, una envidiosa?
Suelo ver pornografía cuando me apetece. A solas. Suelo escribir con desparpajo, pero en persona de ninguna manera soy así, soy cortante, y hay gente a la que nunca saludaré de beso. Doy la mano y ya, no me gusta que se acerquen, ni que me toquen. Y así estoy bien, como un perrito viejo con su rutina. Suelo disfrutar a mi pareja en privado. Pero también puedo escribir porquerías en el blog, que al cabo es público. No me molesta jugarle al Gutierritos, pero...¿Entonces, si yo soy tan sinvergüenza, porqué me molesta? ¿hipocresía entonces?
Cuando me cuestioné, me sentí hipócrita. Parece que el placer está vinculado con la idea de poder en una persona y eso no me gusta, porque siempre cuando se dice "no coman pan enfrente de los pobres" es que a unos les gusta ser vistos, y trasgredir moral en ese acto y a otros no les gusta que les recuerden que no gozan en ese momento. Recordatorio de miserias, cuando menos te lo esperas. ¿Me siento como un perro al que le menean un bistec? no, no exactamente.
Me molesta sentirme fuera de lugar, pero tampoco quiero que me incluyan en una orgía, cuando no quiero. Lo que no me gusta es lo violento de la situación, la ruptura del acuerdo. Creo que Borat hizo cosas de ésas en su película, pero los gringos que fingen demencia no entienden el placer viscoso y esquizofrénico de aludir a los sentidos y negarles todo margen de acción público, porque no tuvieron barroco. Pobres. Ahora que, Borat tiene buenas nalgas y quisiera ver su peli para verlo cuando se masturba, pero esa es otra historia.
Me molesta que haya niños, porque ni se lo esperan, ni se lo merecen...¡ah! a ver, tengo algo. Será que no tengo el control de la situación y en el porno sí lo tengo. Que me siento tan ofendida como una niña cuando descubre lo vulnerable que es aquí adentro, cuando ve algo de afuera. El sexo, como los golpes, son la prueba de cuánto me afecta el exterior, es estar agredida, y viene esa irritación desesperante. Me agrada tener el control sobre la violencia de la situación, como si yo no fuera un animal. No me gusta que me pongan escenas cuando no las pido, me anulan como persona y sólo queda un ser indefenso y bobo, no se porqué. Lo mismo me pasa con un enfermo y un pobre, un borracho...todo lo que rompe mi mundito cerradito y feliz. Finalmente, no hay porqué sentar mi cabeza cuya vocación ha sido el desquicio pero de vez en cuando y sólo muy por allá, me da por tratar de justificar el sinsentido, cuando se podría participar de él tan de a gratis. Quisiera ser menos complicada, decir, "marranos" y ya. Eso no lo puedo conseguir, nunca.

Comments:
El placer de la pornografía proviene de la sustitución. Uno encarna su deseo y voluptuosidad en alguno de los personajes, dependiendo de la preferencia. Vaciámos al elegido de su persona para ocupar su cuerpo y acción.

La situación que describes rompe la posibilidad del placer y te obliga a permanecer en tu propio cuerpo.

En conjunto el disgusto quizá resida en la imposibilidad de quedarnos viendo la escena con la certeza de que no notarán nuestra presencia y el descuido indiferente de los impúdicos.
 
Tienes razón: en la pornografía, la transferencia es consentida.

Pero en el metro no quería besar a ese mocoso, ni tampoco me placen los requiebros obscenos de R. a mi amiga. Es como ver a dos perros apareándose, no te lo explicas, pero te desagrada profundamente.
¡Gracias!
 
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