miércoles, marzo 21, 2007

Crudita

Por ahí solté que nunca he tomado. Nunca me he puesto una borrachera como Dios o el diablo manden. No creo haberme perdido de mucho, porque no tengo el gusto de sentirme mal y el placer por el ridículo lo traigo de nacimiento, pero ahora que acabo de enviar un mail cariñoso (que no fué a Argentina, por cierto) recordé mi única cruda.
Dicen que las crudas de café son peores que las de alcohol.
Wendy era una bella y suculenta estudiante de letras y tenía un maestro de literatura medieval al que quería impresionar. Debía presentar un trabajo al día siguiente y por andar en pitos y flautas (literalmente) no tenía nada. NADAAAAAAAAA.
Se preparó para la larga noche. Compró dos bolsillas de café Legal con canela y las preparó en un pocillo de peltre azulado, con manchitas blancas. Y se puso a darle a la computadora de papá. En ese tiempo, no separaba las comas de las palabras y era chorera: hacía oraciones largas, largas.
Todo bien, muy bien. Ni sentía la desvelada hacia las nueve de la mañana, con el trabajo listo, recién impreso en la impresora de letras de puntitos y hojas agujereadas por los lados ¡Oh maravillas de la juventud! Hasta que salí a la calle.
La luz del sol hirió mis pupilas, retrocedí cual vampiro y cuando subí a la azotea por mi mamá, me agarré de los tendederos para no caerme. Me dolía la cabeza cabrón y además tenía náuseas, gastritis y colitis y todo lo tenía en itis porque no había tomado mas que café. Ni un pastelito (no quería engordar).
-Má, no seas gacha, me siento supermal y tengo que entregar el trabajo.
- Ay tan mensa q´ueres.
Mi mamá me llevó en coche a la Facultad. Es médico y observó mi mal. Es mamá y me fué regañando todo el camino. Yo veía con ojos amarillos y palidez mortecina el toldo del coche. Si miraba hacia afuera, vomitaría, y nunca una princesa rotunda como yo iba a permitir que me vieran en tal trance. ¡Ay!
La doctora Prado llegó a la facultad y de un empujón, me tiró cual costal de azúcar. ¡Plop!
- Ándale, por burra. Síguele y verás.
No sé cómo subí las escaleras. Creo que unos vagos rojillos me llevaron en hombros hasta el salón.
Dejé el folder color crema como si hubiera sacado la espada de la piedra.
¡Cómo habré estado que me regresé al coche de mi mami y dejé a mis amigotes! Desde entonces, queridos míos, supe que el café es bastante peligroso. Que no debía tomar más de dos tazas al día, que el café (junto con el cigarro) no es el alimento emblemático de los intelectuales y que yo no estaba lista para impresionar ( ni excitar) mas que a mi sistema nervioso.

Comments:
Sigues siendo bella y suculenta.

Y no estoy borracho.
 
Gracias, pero sólo borracho dejaría que me vieras cómo estoy ahora. Bien dice el dicho " a vestir santos o desvestir borrachos"

No te creas, gracias.
 
Pues ammm, me bebo 3 tazas al dia de cafe y como 6 cigarros, ammm, eso es vida a si y duermo de 4 a 5 horas.
 
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