lunes, septiembre 12, 2005

De la vocación equivocada



Veamos, no hay nada digno el día de hoy: soy la suplente del grupo de Maternal II y aprendí que para hacer masilla durable, lo mejor es añadir un poco de cremor tártaro a la mezcla. Regresemos ahora al origen. Cuando yo rezaba y rezaba en las escaleras y me transportaba lejos, lejos, de mi borracho tío golpeador, viendo los profundos y mansos ojos de la virgen del Sagrado Corazón. Me imaginaba sus manos cálidas y suaves acariciando mi carita, mi carita sucia y llena de lágrimas, ay!. Cuando me gané mi banderín de Religión con las monjitas de San Antonio Tomatlán, la escuelita situada en la zona roja, más roja del rumbo de la Merced.
Regresemos cuando yo no me quería vestir de princesa, sino de monja para mi primera comunión. Cuando me ponía encima un rebozo verde y me sentía la Virgen de Guadalupe. Recordemos...todo en mí era virginal pureza (neta, neta que sí, doy un puñetazo en el escritorio, me cae de madres, que sí).
Pero llegó la maldita primavera interior y yo traté de defenderme. Como bastión asediado, me avergoncé de mis reglas. Me daba pavor dejar kotex envueltos en el cesto de basura. Los escondía por ahí. Llegó mi menarquia y me sentí sucia como una perra. Carajo, los caracteres sexuales tomaron personalidad en mi vida; antes era yo. Ahora me veían las tetas antes que la cara, el trasero antes que otra cosa. Qué escándalo.
Hasta yo era víctima de aquellas voluntades sueltas, lúbricas, que mi bisabuela llamaba demonios. Los demonios de las nalgas. Estaba poseída por ellos. Y lo mejor era sucumbir. Digámoslo por su nombre, yo no me masturbé nunca mucho. Sólo cuando estaba desesperada y prefería manoseos propios que de babosos escuincles extraños. Porque la verdad yo era una muchachita cabal y propia, qué ridículo: Hay que dejarse mucho, abandonarse mucho al otro fulano (sabrá-dios-quién) para permitir que me vean encuerada, patasparriba y dándome empujones y convulsionándome toda (yo no sabía qué onda en ese entonces, compréndanme.)
Erré el camino, me perdí terriblemente. Yo era una santurrona, ningún voto me hubiera causado dificultad: Ni la clausura, ni la castidad (tenía mis medios), pobreza...el que sí me costaría sangre sería el de obediencia, porque soy rezongona y acostumbro rebeldía.
Luego toda esa veta mística renació en mí en el gustillo por lo novohispano, y Sor Juana y Carlos de Sigüenza, y Villalpando y las figuras religiosas estucadas, las fiestas, liturgias...ah!
Vistas así las cosas, entenderán que cuando mi esposo, con su beatífica cara de osezno consentido y yo estaba en la banca del Colegio de las Vizcaínas con mi falda gris hasta media pantorrilla, y me dijo que él pensaba seriamente en el sacerdocio porque le gustaba mucho la gente, supe que no perdía una vocación, sino dos, arrojadas nuestras almas al cieno inmundo de la concupiscencia, para siempre ¡para siempre!

Comments:
jajaja! VIVA WENDE. Muy bueno.
 
Aja.. por fin, llego mi dia escribiste mal: "sabrá-dios-quién".

Dios no puede ser con minuscula..!! o si..?? Mta.. no podria ni debatir si dices que si..!! Pero me serviria que me dieras la respuesta de porque si puede ser con minuscula en esa situacion.
 
Híjole Wendy, como todos tus posts, divertido y genial.Saludos.
 
dios va con minúscula, excepto para los católicos que llaman dios a su deidad por lo tanto le dan el término con mayúscula, para el caso es lo mismo pinche palabra fea.
 
Como de costumbre Wendy: profundo, anecdótico y polémico...más allá de si Dios o dios es lo correcto. Te dejo saludos
 
Efraín, sabrá-dios-quién, porque igual el dios, sabrá a qué barbón se le hinque.
Sabrá-Dios-quién es mi marido, porque ahí sí ya supo y es católico romano, como yo.
Aunque no hemos bautizado a nuestra hija menor, y ya va para tres años.No la he descornado.
 
OOhh.. K..
 
excelente post wendy!!!
que manera de narrar x Dios!!!
 
Sí.
LF.
 
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