jueves, mayo 05, 2005
Her true Hollywood story
-Listo, señora- dijo Ictericia - Ya la haremos entender por otras vías, esto es sólo un adelanto. Debe tener un pasado que sirva para deshacernos de ella.
-Leticia, mi niña, eres lo mejor que pude haber encontrado para mi nene. Como una virgen rubia. La mejor de las influencias. No tarda en enamorarse de tí, no tarda.
*****
Sí, es muy caro ser el niño bueno, es muy caro no vivir lo que se debe a su tiempo y después no poder frenar apentencias propias de adolescentes. Encarnación lo vivió a fondo; escuelas de monjas, unos padres severos, calificaciones sobresalientes, nunca un cigarro, ni cerveza, el noviazgo (uno, sólo uno) de seis años y el embarazo a temprana edad, saliendo de la Universidad. Pero a diferencia de chicos que se la pasan viendo la televisión, Los Ricos también Lloran, Floricienta, los obscenos programas de Susana Giménez y juegos de Fútbol del River, Encarnación no veía la televisión. Nunca le ha gustado. Leía y cogía con el novio como desesperada y anhelaba pertenecer a la élite intelectual escolar. Clasecitas de flamenco por ahí. Por eso cuando descubrió su incipiente embarazo en una pensión escolar, cuando vió las rayas tiñéndose en la prueba de embarazo, dejó de pelearse con su compañera por el paro de la UNAM y deseó con todas sus fuerzas que fuera un sueño, una pesadilla. Pero no lo era y al poco tiempo se casó. Y tuvo otra hija y su vida se volvió aburrida y predecible. Y oscilaba entre la felicidad familiar y la insatisfacción por sus esperanzas perdidas. Por que ella era una chingona, tan diferente carajo y había caído como todas como una cualquiera.
Y luego pasó el accidente. Y se vino abajo por su proyecto fallido y se hartó de pedirle prestado a su padre mudo y desdeñoso, de los reproches de la madre, se hartó de ver a su hermana florecer mientras ella se marchitaba. Su padre siempre se había querido largar a Canadá. Creció viendo revistas con pinos canadienses, anhelando ese pedazo de felicidad. Los ojos de papá brillaban y hablaba -Calidad de vida hija, los sacrificios valen la pena. No me importa ser mesero allá con tal de que tengan un futuro mejor ustedes, hija. Un paìs pròspero es la mejor herencia.
Dos veces estuvieron a punto. Una vez su padre, abogado ya, se pasó de mojado a Texas y lo regresaron. Encarnación pasó el terremoto del 85 en Estados Unidos, niña de ocho años ajena a todo, jugando feliz con un gato siamés, anonadada con las tiendas y la ropa y las gueritas guapas. Nada de eso era para ella y la verdad, no le gustaba allá. Sólo quería seguir viendo feliz a su padre, sólo queria jugar con el gato.
Y ya entrada en la putrefacción, desempleada, decidió apostar todo a su migración. Consultó agencias migratorias y exigían cantidades locas. Fué entonces cuando se topó con una agencia fraudulenta y el licenciado Engañabobas - que bebía una gaseosa de naranja, una Fanta- le dijo: Hay una manera más facil, reinita. Nos haces un favor y te ganas el dinero. Te garantizamos un canadiense con brazos de roble que te patrocinará mediante martimonio un año, sales con nacionalidad argentina y entiende, los canadienses se conmiseran más de los gueritos argentinos, no de los prietos y chaparros mexicanos. Triste pero cierto, reinita: hasta en la lástima hay racismo. Llegando al aeropuerto de Buenos Aires, llegarán unas tipas contigo, y les dirás la segunda parte de una clave.
-Está bien, licenciado ¿cuántos globos con pasta me voy a tragar?- dijo ella, con su capacidad enorme de meterse en problemas y como Mr. Magoo, no verlos.
-Veinte reinita, por ser tu primera vez.
Encarnación se levantó miedosa y salía de la oficina, dando la espalda a Engañabobas, quien advirtió rápido el par de nalgas equinas de la mujer.
- Te doy tu clave, preciosa: Con esas tortas y una Fanta/ hasta mi pajarito canta.
Tragarse los globos fué algo fácil, pero luego de ocho horas de vuelo, el estómago de Encarnación se vengó de todos los antojitos mexicanos y la pobre se doblaba y gemía de dolor. Era paradójico: ese estómago que había soportado tacos callejeros y comidas excesivamente condimentadas, no soportaba el látex de los preservativos. Alcanzó a llegar a Buenos Aires y vocearon su nombre en el Aeropuerto: que María Encarnación del Verbo Irregular, pasajera no. 69 del vuelo 666 México- Buenos Aires, se hallaba en la sala de espera de emergencias del hospital Patito de Plata. Ahí la encontraron y como el hospital estaba testo, la sacaron arguyendo que ellas sabían cómo curarla, que para qué daban molestias.
-A ver pendeja-, le dijo una -Con esas tortas y una Fanta...
-Hasta mi pajarito canta, malditas putas- contestó Encarnación en un gemido.
A punta de laxantes, las gordas tuvieron sus globos. Encarnación la pasó en cama viendo un homenaje nacional de cinco días a Susana Giménez y eso era una tortura medieval. Y cuando pidió libros, le llevaron las obras completas de Onetti. Peor, sentía que se moría. Mas sólo perdió dos kilos:
-Mierda, dijo, yo quisiera adelgazar más. Tráiganme comida light, lechuga y mi Serenito granizado.
Un buen día, el viejo de voz acatarrada le dijo: Mexicanita, no puedes vivir en el puterío, toma esta miseria y te me vas a conseguirte alguna pocilga para tí.
Buscó a Cerati y le llamó por teléfono, el cabrón se espantó un montón:
-¿Estás loca? Yo sólo quería divertirme por Internet, imbécil, tuve que explicar insensateces a mi mujer. Pero a la vez debo serte sincero, te creía capaz de tales hazañas.- Dijo Cerati sin quitarse el viceroy de los labios.
- ¡Ay orgullosito! no sólo llegas tarde a tu casa, sino que crees que por Internet ... jajajaja, tontito. El sistema solar no gira en torno a tí. Lo hubieras pensado ¿para qué me respondes cartas, me das tu teléfono y foto? Nunca te pedí que me los mandaras.
-Ya ni remedio, estás loca, oyelo bien: LOCA
-Pero por vos. Ayúdame a buscar departamento, che. No te vuelvo a hablar en la vida, despreocúpate.
Comments:
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El fin NO justifica los medios y, por otra parte...¿Quién está ahí, detrás del teclado?.
Saludos Wendy, algún día quisiera ver tus palabras sobre un papel, expuestas y ofreciéndose sin pudor tras una vitrina.
Saludos Wendy, algún día quisiera ver tus palabras sobre un papel, expuestas y ofreciéndose sin pudor tras una vitrina.
Planu: hasta donde Encarnación sufre lo del accidente, es mi vida.Gracias.
Gsus: Ya regresará Cerati y E. lo dejará seco.Gracias
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Gsus: Ya regresará Cerati y E. lo dejará seco.Gracias
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