sábado, mayo 07, 2005
Cuando se revela el nombre del nene y un evento desafortunado
Apenas y la mexicana sacaba dinero para el alquiler de su pequeño departamento, comer y de vez en cuando comprarse alguna baratija.Un buen día el viejo de la voz acatarrada le dijo: Si querés dinero y largarte de una vez, tenés que cogerte al nene ése y darme la grabación. Yo te monto todo en tu casa. He visto cómo babea cuando te ve y sólo tienes que proponértelo, Encarna, sólo sedúcelo y ya. Te doy todo para que falsifiques tus papeles, y te vas feliz a Canadá a darle una buena jubilación a tus viejos, una nueva vida para tí.
Encarnación aceptó sin ganas, convencida de que le iría mal. Si en un principio simpatizó con el nene vayan-a-saber-porque-turbias-razones, el hecho es que el tipo le corría como a la peste y si llegaba a estar cerca, los insultos no se hacían esperar. Le seguía gustando, no lo podía negar, pero la simpatía inicial se había desvanecido. No había remedio, no había un rasgo de dónde ella supusiera una flaqueza ¿de qué servía que se le fueran los ojos si era imposible acercarse? pensaba recostada en su cama, cuando tomó la cédula de identificación y leyó el nombre: Valerio, Valerio Macchio F.
-Lástima que no le haga honor a su nombre.
El nene estaba ocupado a mitad de un trabajo: debía editar varios videos donde aparecía un seminarista enorme de apellido brasileño teniendo sexo con su puta favorita del local de la competencia. Algun empleado de baja laya los había robado para vendérselos a Fernando Fucks, y la mamá del nene conjeturaba hacer una extorsión ejemplar con el futuro padrecito. La labor del día era la edición de esos videos y la recolección de otra extorsión en el arbol de la calle Peluffo. Y luego, a dormir el sueño de los justos.
Puso la primera cinta y la jeta se le fué al suelo: la puta era Encarnación. Hasta este punto, querido lector, es difícil considerar si esa visión perturbó o no a Valerio. Estaba acostumbrado a hacer eso todos los días y seguramente había visto ya demasiados cuerpos como para inmutarse. Si se sorprendió, fué más por la indignación de ver a Encarnación ahí, ELLA era la sinvergüenza. Deveras que no, que no se la hubiera imaginado así (por lo más santo que no). Para variar, los encuentros sexuales eran muchos y había que verlos todos. No había otra mujer, ese seminarista enorme y moreno sólo tenía apetito por Encarnación, no quería otra. Y para variar, ella parecía quererlo mucho y no se limitaba a hacer su trabajo con mirada perdida en el vacío. Lo miraba, le sonreía, se extralimitaba en su trabajo, no había gestos de repulsión o asco.
Platicaban, se reían de chistes, en una cinta simplemente platican y él parece consolarla. Encarnación no era una simple puta para él.
-Qué pena, se dijo el nene con mal disimulada rabia, fingiendo un acento dulce- Ahora va a odiar a esa miserable.
Claro que los vió, los vió con mucho cuidado, con una parsimonia y curiosidad rara en él. El trabajo lo exigía, claro y él era un profesional.
-Hijo, ¿ya terminás? apurate. Eso es para manaña
-Sí mamá- dijo y cuando oyó abrirse la puerta, apagó la pantalla y se jaló la bragueta del pantalón hacia arriba, cerrando un poco las piernas.
-Madre, te dije que ya acabo. Dejame trabajar.
Eran las tres de la mañana. La hora convenida para que nadie se interpusiera en su camino a la recolecta del paquete de la calle Peluffo. A tres cuadras de ahí, el nene fumaba un cigarrillo tranquilamente. Vió al atormentado dejar un paquete marrón en el hueco del árbol y largarse rápido de ahí. De pronto, como una pesadilla, vió una figura monumental dando vuelta a la calle. Era Encarnación.
-Mierda, maldita puta, largate, eso... eso así, vete lejos... no hagas caso, no hay nada para tí ahí. El árbol no tiene una polla para tí, perdete por favor.
Encarnación dejaba un poco atrás el árbol cuando oyó el sonido seco del paquete cayendo al suelo. Rápidamente lo recogió y se lo guardó entre las enormes tetas.
-¡Cuánto me quiere tata dios! y emitió un enorme suspiro.
Valerio ya corría desesperado hacia Encarnación, escupió el viceroy a medio camino, corría como poseído, sintiendo que cada latido del corazón repercutía como un gong a sus oídos. Nunca le había pasado esto y esa suma de dinero era muy fuerte.
-Y por todos los cielos- se repetía hasta el cansancio mientras daba enormes zancadas, como un demonio pálido - No quiero ni hablar con esa mujer, ni acercarme siquiera. La repudiaba, por lo más santo que sí.
Saludines y luego le sigo. Luego de leer el otro blog, claro: No me aflojés, che.
Encarnación aceptó sin ganas, convencida de que le iría mal. Si en un principio simpatizó con el nene vayan-a-saber-porque-turbias-razones, el hecho es que el tipo le corría como a la peste y si llegaba a estar cerca, los insultos no se hacían esperar. Le seguía gustando, no lo podía negar, pero la simpatía inicial se había desvanecido. No había remedio, no había un rasgo de dónde ella supusiera una flaqueza ¿de qué servía que se le fueran los ojos si era imposible acercarse? pensaba recostada en su cama, cuando tomó la cédula de identificación y leyó el nombre: Valerio, Valerio Macchio F.
-Lástima que no le haga honor a su nombre.
El nene estaba ocupado a mitad de un trabajo: debía editar varios videos donde aparecía un seminarista enorme de apellido brasileño teniendo sexo con su puta favorita del local de la competencia. Algun empleado de baja laya los había robado para vendérselos a Fernando Fucks, y la mamá del nene conjeturaba hacer una extorsión ejemplar con el futuro padrecito. La labor del día era la edición de esos videos y la recolección de otra extorsión en el arbol de la calle Peluffo. Y luego, a dormir el sueño de los justos.
Puso la primera cinta y la jeta se le fué al suelo: la puta era Encarnación. Hasta este punto, querido lector, es difícil considerar si esa visión perturbó o no a Valerio. Estaba acostumbrado a hacer eso todos los días y seguramente había visto ya demasiados cuerpos como para inmutarse. Si se sorprendió, fué más por la indignación de ver a Encarnación ahí, ELLA era la sinvergüenza. Deveras que no, que no se la hubiera imaginado así (por lo más santo que no). Para variar, los encuentros sexuales eran muchos y había que verlos todos. No había otra mujer, ese seminarista enorme y moreno sólo tenía apetito por Encarnación, no quería otra. Y para variar, ella parecía quererlo mucho y no se limitaba a hacer su trabajo con mirada perdida en el vacío. Lo miraba, le sonreía, se extralimitaba en su trabajo, no había gestos de repulsión o asco.
Platicaban, se reían de chistes, en una cinta simplemente platican y él parece consolarla. Encarnación no era una simple puta para él.
-Qué pena, se dijo el nene con mal disimulada rabia, fingiendo un acento dulce- Ahora va a odiar a esa miserable.
Claro que los vió, los vió con mucho cuidado, con una parsimonia y curiosidad rara en él. El trabajo lo exigía, claro y él era un profesional.
-Hijo, ¿ya terminás? apurate. Eso es para manaña
-Sí mamá- dijo y cuando oyó abrirse la puerta, apagó la pantalla y se jaló la bragueta del pantalón hacia arriba, cerrando un poco las piernas.
-Madre, te dije que ya acabo. Dejame trabajar.
Eran las tres de la mañana. La hora convenida para que nadie se interpusiera en su camino a la recolecta del paquete de la calle Peluffo. A tres cuadras de ahí, el nene fumaba un cigarrillo tranquilamente. Vió al atormentado dejar un paquete marrón en el hueco del árbol y largarse rápido de ahí. De pronto, como una pesadilla, vió una figura monumental dando vuelta a la calle. Era Encarnación.
-Mierda, maldita puta, largate, eso... eso así, vete lejos... no hagas caso, no hay nada para tí ahí. El árbol no tiene una polla para tí, perdete por favor.
Encarnación dejaba un poco atrás el árbol cuando oyó el sonido seco del paquete cayendo al suelo. Rápidamente lo recogió y se lo guardó entre las enormes tetas.
-¡Cuánto me quiere tata dios! y emitió un enorme suspiro.
Valerio ya corría desesperado hacia Encarnación, escupió el viceroy a medio camino, corría como poseído, sintiendo que cada latido del corazón repercutía como un gong a sus oídos. Nunca le había pasado esto y esa suma de dinero era muy fuerte.
-Y por todos los cielos- se repetía hasta el cansancio mientras daba enormes zancadas, como un demonio pálido - No quiero ni hablar con esa mujer, ni acercarme siquiera. La repudiaba, por lo más santo que sí.
Saludines y luego le sigo. Luego de leer el otro blog, claro: No me aflojés, che.
Comments:
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Encarnacion me late un chingo. Estare atenta para seguir leyendo su historia.
Besos y abrazos para uste, mi Wendy.
Besos y abrazos para uste, mi Wendy.
Se esta poniendo interesante no aflogen ese hilo de tensión entre ambos, no se para mi gusto deberia ser mas constante y empezar a definir mas a los personajes, insito es solo una observación.
Esto se pone cada vez mejor, gracias por ofrecer tus letras y, te lo pido encarecidamente, no me niegues la posibilidad de contar con tus comentarios respecto de lo que escribo. Es que mereces todos mis respetos.
Plenu: Muchas gracias, sobre todo por lo de los respetos. Claro que no dejo de verte, es un gusto para mé. Gracias por tu cariño, más, mucho más.
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