domingo, abril 17, 2005

Méndiga móndriga

Mal, en la reunión me fué mal porque no hay nada concreto. Nada. No vale la pena hablar de eso, porque ahora estoy en Iztapalapa, en casa de mis papás. Mi mamá acaba de sacar a mi papá del baño. Llegó urgidísima y apuró a mi pobre padre. Eso me recuerda lo difícil que es la convivencia con una pareja. Lo complicado que es estar cerca de alguien y no estoy hablando de los fétidos olores que deja al abandonar el baño o los eructos que pueda proferir o los gases nocturnos. Hablo de la lealtad que ya no es moneda al uso, hoy en día. Cuando conocí a mi actual esposo, tenía la candorosa edad de 15 años, él tenía 16. El pobre pasó las de Caín desde entonces, pero debo decir que fué por su gusto masoquista, yo me la pasaba cortándolo y mandándolo a volar. Hasta la fecha no hay virtud teologal que me cierre la boca: logro exasperarlo con total eficacia cuando en medio de una discusión x, resuelvo que lo mejor es vivir separados. Eso al pobre lo saca de sus casillas. Y no sé porqué. No sé porqué tiene esa lealtad a toda prueba, porqué para él lo principal es su familia y nada más.
Mi esposo siempre ha estado como un mástil para mí, y no me refiero sólo al sexo. Me refiero a que nada en el mundo es mayor que su voluntad para hacerme feliz, y como buena brujer ególatra, nunca tengo llenadero. Nunca y siempre me quejo de todo. Él siempre me ha apoyado, siempre. Jamás ha dudado de mi capacidad para hacer lo que me proponga y me echa porras. Sólo una vez me dijo que iba a acabar mandándome a la jodida y ¿saben? yo perdería más que él. Mucho más. Porque cuando necesito algún apapacho, sea de cariño o XXX, él no regatea el cariño. Ahora lo sé, después de doce años.
Le digo que ya no coma como lo hace (pesa más de 120 kg), porque se va a morir pronto. Él me dice que mejor para mí, para que cumpla al fin todas mis fantasías licenciosas. Le digo que entonces se muera joven, porque vieja ya nadie me va a querer. Pero digo mentiras, porque yo también le he sido terriblemente fiel (excepto una vez).
Lo patético de esto es que cuendo muera, dirá lo que mi padre cuando Doña Lucía lo sacó del baño:- Vieja méndiga.
¿Y saben que? tendrá toda la razón.

Comments:
Bruja!
 
No se porque somos asi...a mi tambien me pasa...
 
Mmmm. Mi situacion es totalmente al reves. Mr Moon me tiene incondicionalmente y el dia que muera dire: como quise a este cabron.
Beso y abrazo.
 
Ah qué cosa, no soy precisamente una florecilla de virtud. pero gracias.
 
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