martes, enero 25, 2005

Cursi treintaitrés

Como cada día viernes, A lamentaba llevar a sus hijos a ese lugar. Pero para esas alturas de la semana, luego del trabajo, no se le ocurría otra cosa para fatigar un poco a sus criaturas. Debería llevarlos a la marquesa o al parque, a montar bicicleta- se dijo. Pero el cansancio y la proximidad acaban llevándola aquel sitio, rojo y amarillo, que encandila a los niños con la magia de la mercadotecnia. Bajó del coche, pastoreó a los niños hasta la gran sala de juegos donde se erguía como un castillo plástico con laberintos y brazos de toboganes. Apartaron una mesa tubular cubierta con formaica gris y dejando a los niños quitarse los zapatos, caminó hacia la barra para hacer su pedido. tres cajas sonrientes, una muñeca y dos mega robots. No, no gracias es todo ¿cuánto es? Aquí tiene.
Maquinalmente, llevó la orden a la mesa y se sentó. Dentro de dos horas y media llegaría su esposo por ellos. Tenía tiempo. El sitio no podía ser menos acogedor: lámparas incandescentes que lastiman la vista, cero sombra, colores chillones, sillas incómodas. Hubiera querido huír, pero sus hijos la llamaban. En los juegos, escaloncitos, pasadizos, toboganes, ventanitas plásticas, resbaladillas y burbujas, alberca de pelotitas de colores, un golpe seco por allá, un escuincle chillón por acá, una mamá chica cosmo leyendo. Imposible/ olvidar tu talismán/ irresistible/ remar contra tu atracción/ a tu lado retrocede en tiempo/ cualquier día es el mejor momento/ increíble/ tentación es el amor.

Llegaba más gente, no encontraban mesa y yacían en el suelo, comiendo como autómatas. El aire artificial, seco y frío, no impedía que se viciara la atmósfera con olores, eructos, gritos infantiles, sudor quedado dentro del plástico...miró el castillo laberíntico y se lo figuró como un gran inodoro, donde los niños resbalaban como pequeñas mierdas carcajeantes. Cuidar a tres niños, es labor agotadora, y sentada junto al área de niños pequeños, le llegaba un inexplicable olor a vómito o a mierda o un hedor molesto que no sabía precisar. Algún niño necesita un cambio, esas mamás descuidadas... Acostumbrada, comenzó a comer. Saludaba de vez en cuando a alguno de sus hijos, como cuando Lady Di saluda a la multitud. La mejor de sus sonrisas. Fue entonces, a medio bocado, cuando sintió el peso de aquella sensación. Un niño, puberto, la miraba con insistencia. A cortó con un doble parpadeo su correspondencia. Un niño tan grande no debería estar subido ahí, estos empleados irresponsables. Pero ahí estaba, encaramado encima de un tobogán. Y la miraba otra vez, largo, sostenido, sin recato. Tu aliento carmesí/ tu flor de lis/ junto a mi boca/ fumar de tu rubí/ quererte así/ beberte a gotas. Como los niños miran, miradas que los adultos no pueden mantener. Absorto, al chico no le importaba si ella lo miraba o no, observaba algo en ella, algo que a A la perturbaba, irritándola sobremanera. Pero una cálida inocencia, no debería molestar así. Incómoda, se levantó para reprender a uno de sus hijos, y quitar al típico niño gandalla que estorba el tránsito de los demás hacia el tobogán. ¿Dónde está tu hermanito? Ándale hijo, aviéntate, aquí estoy no tengas miedo...
De vuelta a la mesa, no resistió buscar aquellos ojitos. Los encontró mirándola fijamente detrás de una ventanita, triunfantes de haber subido hasta las esfera más alta. Feliz por el logro, el aventurero levantó una mano para saludarla. A tragó un puñado de papas secas que tenía en la boca, le dolió la tráquea, pero respondió saludando como princesa. La mejor de sus sonrisas Y asi a cada bajada, recoveco o subida, el niño permanecía en contemplatio. Lo vió mejor: diez, once años tal vez, robusto, moreno, de profundos ojos negros, tupidas pestañas, y de rizos negros, como un marinerito griego, de virilidad incipiente, con una torpeza que le daba una imagen cómica y sensual a la vez, A así lo percibía, algo se lo revelaba, pero era impreciso. Parecía que había llegado solo. Sin sentirlo, recordó cuando ella tuvo esa edad... Tengo el cuerpo hecho a la medida del romance/ mi traje favorito es el amor/ cariño mío acércate/ huelo a un jardín en primavera/ quizás mi cercanía sea tu hoguera/ acaso mi mirada te encandila/ o miras debajo del cinturón....mamá ese niño me escupió otra vez..¿cuál? ese, ven. Mira niño, vuelves a escupir, te bajo y hablo con tu mamá. Mirada desafiante del mocoso trasgresor. Pinche escuincle cabrón, asqueroso. Regresó a la silla, se jaló la blusa hacia abajo, molesta. Otra vez la mirada marinerita.
Novata a los 33 hubiera querido huír en ese momento, pero ya era tarde, la imaginación ya iba lejos, ¿cómo sería ese párvulo a los 33? Algún resplandor, alguna antigua sensación de rubor se apoderó de sus mejillas.¿Qué me ve?¿Se está burlando de mí? Bajaba la resbaladilla, grandes manos- manitas morenas acariciando el barandal. Quizás alguna vez pase a tu lado/ no te hagas la tontita/ ya sé que lo has notado/ y algún suspiro al aire se ha volado. Llegaron más niños, más gente, los niños subían en tropel, acordaron formar un grupo homogéneo de unos veinte, que se movían cual enjambre volador y zalamero. Eran tantos, que el gran inodoro se tapaba, se colapsaba tanto, a punto del infarto, cimbrándose en un bamboleo, a punto de caer. El coquetín quedó aislado, ensimismado en su juego con A que lo empujó hacia una burbuja azul, en lo alto, desde donde observaba, sin pudor, con candor, una insistencia obscena que era ya recíproca. A sorbía el popote, lentamente, con dulzura, con suavidad tragaba el líquido sabor naranja, absurdamente infantil. Tu aliento carmesí/ tu flor de lis / junto a mi boca/ fumar de tu rubí / quererte así / beberte a gotas.
Sintiéndose así, preguntándose qué hubiera hecho si tuviera aquella edad, cómo era posible que un chiquillo la impresionara de tal modo. Avergonzada, sucia y viva a la vez...pero las miradas no tienen edad...Ebria de tantas maravillas/ florece fuera de estación Sorprendiéndose así la encontró su esposo, se saludaron, pasó por sus hijos, les puso los zapatos. La menor necesitaba un cambio de pañal, ya iban a la salida, hubiera querido huír en ese momento, pero ya era tarde, la vida ya iba lejos. Imposible/ olvidar tu talismán/ irresistible/ remar contra tu atracción/ a tu lado retrocede en tiempo/ cualquier día es el mejor momento/ increíble/ tentación es el amor.

Fin.




Comments:
Tu relato es muy bueno, lo que mas me impresiono es la capacidad que tienes para que la gente se sienta dentro de lo que cuentas, y se puda ver al lado del personaje, eso es muy bueno y megusta mucho.
Sigue escribiendo, nunca te dentengas
 
Te invito a leer algunos de mis cuentos:

http://www.angelfire.com/co/gueni/cuentos.html

Mis favoritos son los últimos tres.
 
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