domingo, enero 30, 2011
La comidita
Mi hija Angélica llevaba días invitándome a jugar. Hasta que me conmoví ante su insistencia y jugamos en la casota de tres plantas que le trajo Santaclaus. Yo tomé una Barbie desgreñada y me puse en mi papel. Yo me llamaba Carolina y estaba sentada en la mesa (calle) viendo la vida pasar y en eso llegó su muñeca, Karen, platicadora y confianzuda.
La muñeca de mi hija en un santiamén me invitó - a Carolina, claro- a la fiesta en su casa, me presentó a todos sus habitantes, me dio de comer, me preguntó que dónde vivía y antes de que respondiera, me invitó a vivir en la casa.
- Y... ¿trabajas? - remató Karen (Angélica), mientras comíamos un gran pollo frito de plástico.
-No, estoy acabando una maestría, pero voy a buscar algo pronto, necesito dinero- dijo Carolina con cierto desconsuelo. No tenía amigos "de verdad", y aunque tenía puro 10, tampoco los maestros la invitaban a ningún proyecto.
-¡Ah! pues mi papá te puede encontrar un trabajo. Él conoce mucha gente.
¡Listo! Karen le había solucionado la vida a Carolina. Era un sueño vuelto realidad, justo todo lo que no tengo ahora, yo, su mamá, ella se lo daba a mi muñeca. En un rato, llegó todo: Amiga, tertulia, casa con elevador y limusina rosa, trabajo ¿qué mas podía pedir? Nada, en verdad, no me falta nada.
Mis hijas son mis mejores amigas.
sábado, agosto 07, 2010
A estas horas
Pues verán mi abuela Gaudalia (del latín gaudium= la que alegra) ha estado presente a lo largo de toda mi vida. Me crié con ella desde los dos años y le debo gran parte de mis virtudes: le agradezco que me haya enseñado a no tener miedo, a ser franca y generosa. A no ser fijada en detalles tontos y centrarme en lo esencial. A no ser neurótica ni quisquillosa, sino tranquila y práctica. Y a darme una larga dotación de muchos dichos, muchos, que siempre sazonan mis conversaciones. Yo de niña tenía muy mal diente. No comía casi nada. Estaba como un palo, con un café con leche aguantaba todo un día y por consiguiente, andaba más rabiosa e irascible que un perro. Mi abuela me rogaba, me amenazaba, me hacía comida especial para que yo comiera. La manía de Má (así le digo) de expresar cariño por medio de la comida es proverbial, sus platazos y comilonas interminables también. A quien no la conociera, le parecería una grosería que le sirviera más y más cosas sin pedirlas, platos y platos llegando a la mesa, y ella excusándose diciendo que perdón, pero que no tenía nada preparado, que a ver si les gustaba lo que, así a la carrera, había podido improvisar.
Por eso, ahora que no se recupera de una enfermedad respiratoria atípica, es triste para todos que no quiera comer, que no tenga hambre y que esté tan débil ya. En realidad es una viejita, pero no anciana, andará en sus setenta y cinco. No tiene diabetes, ni hipertensión, nada feo, nada que salga en análisis. Pero no se cura y no come. Estoy muy triste y sueño que se muere. Sollozo mientras duermo y lloro cuando despierto. Claro que una piensa que los viejos se irán antes, pero nunca se figura cuándo. Lo peor de todo esto (si es que puede haber) es que por el asma que tengo no debo acercarme a la Má porque si me contagia, voy a dar a inhaloterapia. No sé cómo acercarme a ella, no sé cómo decirle algo que la anime, y no ponerme a llorar al verla enteca y débil, su némesis. ¿Qué le digo? y en ese miedo, pues me hago mil ideas bobas. Mi mamá que es médico, la está cuidando mucho, y ya creo que se la llevó para tenerla más de cerca. Algo tenía qué escribir de esto, porque me carcome, no me deja esa idea. En fin, mañana llamaré a mi mamá para preguntarle cómo sigue y espero poder hablar con la Má, para rogarle que coma, aunque sea sin hambre. Espero ir a verla, aunque sea con cubrebocas, llevarle unas flores, algo. Y unos lentes para que no me vea lo vidrioso de los ojos, claro.
viernes, julio 09, 2010
Passé
Pasan los años y sigo arrastrando taras que verdaderamente no entiendo. Nunca entenderé, por ejemplo, mi incapacidad crónica para ser feliz o ser más o menos complaciente entre cómo soy y cómo quisiera, debería ser. Siempre, me lleva la... siempre, sintiéndome poco, muy poco...y al mismo tiempo, sintiendo que nadie percibe lo que yo, que por mucho que lo comparta, nunca será visto, sentido, como yo lo veo. Y que sólo por eso, vale la pena estar viva.
Una de mis cuñadas, la que es psicóloga (y vaya que son una especie ladrona de la paz interior) dice que esto es característico de una personalidad egodistónica. Lindo nombre.
Mis modos de buscar paz son bastante ortodoxos, pero no cuajan. Se me ocurre, por ejemplo, rezar. Pero nunca lo hago. Tuve mis instantes ascetas en la infancia, no tenía ni nueve años y rezaba con verdadero fervor. Hace poco se enfermó mi abuela y me asusté, sólo he rezado con mis abuelas y parecía que ese cable se rompería, para siempre. Asustada y todo, tampoco pude rezar. Y cuando entro en una iglesia, me dan unas ganas de llorar que son un pavor, me bloqueo y entre moqueada y moqueada, no se puede orar. No se puede, no se puede y quien me viera, pensaría esta gorda está inconsolable, pero no es así, estoy furiosa.
Quisiera calmarme, encontrar paz y lo que sucede es que, estoy trabada, no puedo. Y me siento tonta, muy tonta.
A la edad que tengo, puedo aceptar muchas cosas: que ya no tengo mi atractivo proverbial, que vivo con la hermana pobreza, que mi salud se ha mermado, que nunca acabaré con las cucarachas, que para mis hijas soy anacrónica y lo que venga, pero creí que estas inseguridades ya eran cosa de la adolescencia, passé. Que todo lo ido, se compensaba con la paz, ecuanimidad y sensatez que vendría. Que llegaría, como dice mi mamá a la edad de dar consejo. Y nada, que nomás no viene nada de eso.
Me da hueva cargar con esto. Me da flojera hasta escribir de ello. Pero está presente, está. Me duermo y lo ignoro, y regresa. Un día o un mes, y regresa. Y me defiendo con lo que tengo, y regresa.
Una de mis cuñadas, la que es psicóloga (y vaya que son una especie ladrona de la paz interior) dice que esto es característico de una personalidad egodistónica. Lindo nombre.
Mis modos de buscar paz son bastante ortodoxos, pero no cuajan. Se me ocurre, por ejemplo, rezar. Pero nunca lo hago. Tuve mis instantes ascetas en la infancia, no tenía ni nueve años y rezaba con verdadero fervor. Hace poco se enfermó mi abuela y me asusté, sólo he rezado con mis abuelas y parecía que ese cable se rompería, para siempre. Asustada y todo, tampoco pude rezar. Y cuando entro en una iglesia, me dan unas ganas de llorar que son un pavor, me bloqueo y entre moqueada y moqueada, no se puede orar. No se puede, no se puede y quien me viera, pensaría esta gorda está inconsolable, pero no es así, estoy furiosa.
Quisiera calmarme, encontrar paz y lo que sucede es que, estoy trabada, no puedo. Y me siento tonta, muy tonta.
A la edad que tengo, puedo aceptar muchas cosas: que ya no tengo mi atractivo proverbial, que vivo con la hermana pobreza, que mi salud se ha mermado, que nunca acabaré con las cucarachas, que para mis hijas soy anacrónica y lo que venga, pero creí que estas inseguridades ya eran cosa de la adolescencia, passé. Que todo lo ido, se compensaba con la paz, ecuanimidad y sensatez que vendría. Que llegaría, como dice mi mamá a la edad de dar consejo. Y nada, que nomás no viene nada de eso.
Me da hueva cargar con esto. Me da flojera hasta escribir de ello. Pero está presente, está. Me duermo y lo ignoro, y regresa. Un día o un mes, y regresa. Y me defiendo con lo que tengo, y regresa.
pero jamás permitió Dios que cayesse de su felicíssimo estado; valiéndose para ello de medios maravillosos dignos de su Omnipotencia.
domingo, octubre 25, 2009
Don José
Que no se diga que solo leo autos de fe y sermones del siglo XVII. Y obras de teatro del XVIII. Me gusta mucho Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado
No, mi corazón no duerme.
Está despierto, despierto.
Ni duerme ni sueña, mira,
los claros ojos abiertos,
señas lejanas y escucha
a orillas del gran silencio
Don José era platónico, romántico, a pesar suyo. Como mi abuelo, como mi esposo. Como los tipos que valen la pena.
No, mi corazón no duerme.
Está despierto, despierto.
Ni duerme ni sueña, mira,
los claros ojos abiertos,
señas lejanas y escucha
a orillas del gran silencio
y García Lorca, a quien me da mucha hueva citar, los demás del novecentismo y la generación del 98 y la del 27 y la del 36 y todos aquellos...el problema es que los españoles, sus coterráneos, ya los han investigado bien y da verguencilla reconocer que me gustan porque dicen más de mí que de ellos.
Pensándolo bien, Luis Cernuda no dice nada de mí con esa cara de mujer con bigotes. Uno que me cae muy bien, les diré, es el seriesote José Ortega y Gasset. No importa que sus Estudios sobre el amor haya sido tan descorazonador: le perdono su gran jeta porque dijo cosas como ésta, a la que sacaré mucho jugo:
Pensándolo bien, Luis Cernuda no dice nada de mí con esa cara de mujer con bigotes. Uno que me cae muy bien, les diré, es el seriesote José Ortega y Gasset. No importa que sus Estudios sobre el amor haya sido tan descorazonador: le perdono su gran jeta porque dijo cosas como ésta, a la que sacaré mucho jugo:
Todo lo aparente, todo lo que pasa a nuestra vista es jeroglífico. La figura jeroglífica está ante nosotros clarísima pero su claridad sirve sólo para anunciarnos que hay bajo ella un sentido oculto que es preciso adivinar. Así, cuanto vemos y oímos de nuestros prójimos es sólo dato jeroglífico que nos incita a adivinar la realidad latente, enigmática de su carácter.
Mi glosa no será mejor. Yo quisiera esta elocuencia para sacarme de la manga tres trabajos académicos por los que mi depauperada universidad me está becando. Y vean, no hago nada.
Ahora que me acuerdo, Ortega y Gasset no tuvo la culpa de que yo leyera sus Estudios sobre el amor a los doce años. La verdad es que el título me sonó a que podría resolverme el porqué de aquellas inquietudes corporales que me abrasaban... esos chamacos que me gustaban... eran amor o qué... sorprendí al librito durmiendo el sueño de los justos en la biblioteca de mi abuelo y lo hurté. Tiene hasta la fecha los subrayados de Don Benigno en tinta roja, desde donde puedo ver su felicidad cuando subrayó:
Es lo más frecuente que el hombre ame varias veces en su vida...el varón es plural en amor. Como nos referimos a las formas plenarias de este sentimiento, queda excluida la pluralidad de coexistencia (qué cándido don José: sí que andan con varias a la vez) y retenemos únicamente la de sucesión.
Una vez robado el ejemplar, lo forré de globitos color pastel y rematé con hule cristal para que nadie supiera lo que estaba leyendo. Y carambas, no entendí ni madre. Ahora sé que lo de mis doce años no era amor, y en ciencia, según la Universidad Stony Brook soy un caso raro: lo que se conoce como cisne, alguien que ya tiene con su pareja muchos años. Mis años de vida con mi pareja ya rebasaron los que viví sin él. Apenas tenía yo quince cuando ¡zaz! cayó sobre mí todo el peso de su humanidad robusta. Literalmente, pero yo me lo busqué.
Y estoy aquí, pensando en Ortega y Gasset porque no quise ir a comer a la casa de mis suegros. Les temo y no quiero estar renegando una semana, preguntándome a qué, a qué jodidos fuí allá. Estoy esperando a que mi esposo y mis hijas me traigan algo de comer (así de consentida estoy).
Ahora que me acuerdo, Ortega y Gasset no tuvo la culpa de que yo leyera sus Estudios sobre el amor a los doce años. La verdad es que el título me sonó a que podría resolverme el porqué de aquellas inquietudes corporales que me abrasaban... esos chamacos que me gustaban... eran amor o qué... sorprendí al librito durmiendo el sueño de los justos en la biblioteca de mi abuelo y lo hurté. Tiene hasta la fecha los subrayados de Don Benigno en tinta roja, desde donde puedo ver su felicidad cuando subrayó:
Es lo más frecuente que el hombre ame varias veces en su vida...el varón es plural en amor. Como nos referimos a las formas plenarias de este sentimiento, queda excluida la pluralidad de coexistencia (qué cándido don José: sí que andan con varias a la vez) y retenemos únicamente la de sucesión.
Una vez robado el ejemplar, lo forré de globitos color pastel y rematé con hule cristal para que nadie supiera lo que estaba leyendo. Y carambas, no entendí ni madre. Ahora sé que lo de mis doce años no era amor, y en ciencia, según la Universidad Stony Brook soy un caso raro: lo que se conoce como cisne, alguien que ya tiene con su pareja muchos años. Mis años de vida con mi pareja ya rebasaron los que viví sin él. Apenas tenía yo quince cuando ¡zaz! cayó sobre mí todo el peso de su humanidad robusta. Literalmente, pero yo me lo busqué.
Y estoy aquí, pensando en Ortega y Gasset porque no quise ir a comer a la casa de mis suegros. Les temo y no quiero estar renegando una semana, preguntándome a qué, a qué jodidos fuí allá. Estoy esperando a que mi esposo y mis hijas me traigan algo de comer (así de consentida estoy).
Amar es algo más grave y significativo que entusiasmarse con las líneas de una cara y el color de una mejilla (y la curvatura mórbida de una nalga) es decidirse por un cierto tipo de humanidad que simbólicamente va anunciando en los detalles del rostro, de la voz y del gesto. Amar es afán de engendrar en la belleza tiktein en to kalo (tiqui tiqui en to carlo) - decía Platón-. Engendrar, creación de futuro. Belleza, vida óptima. El amor implica una íntima adhesión a cierto tipo de vida humana que nos parece el mejor y que hallamos preformado, insinuado en otro ser.
Don José era platónico, romántico, a pesar suyo. Como mi abuelo, como mi esposo. Como los tipos que valen la pena.
miércoles, agosto 05, 2009
Mis 32
Vamos a ver, han pasado muchas cosas. Hoy es mi cumpleaños 32. Es necesario que rememore ciertas cosas porque:
-Desde enero de 2008 ya no soy burócrata. Deo gratias. Sólo dejé de ir.
-No he tenido más hijos y estoy feliz por eso. No me he divorciado y mi esposo ya tiene trabajo.
-Ya no tengo vesícula biliar y me gané tres pequeñas cicatrices.
-Ya dí clases de Lengua Española, Literatura Universal, Literatura Mexicana e Iberoamericana, Taller de Lectura y Redacción.
-Todas las dí a alumnos imposibles. Apestan, mocosos lelos con ansias reproductivas. No los extraño nada. Me pagaron muy poco en esa universidad particular.
-ME TITULE POR FIN y con mención honorífica. Nada mal para 10 años después.
-Ya estoy inscrita en la maestría.
Nada mal, nada mal...de repente se me ocurren cosas para escribir, pero como no tengo internet en casa, pues me las aguanto y se me pasan. Pero hoy, algo pasó que atizó mi espíritu mezquino y dado a las envidias: una antigua amiga puso una foto nueva en su blog, se arroga excesivos méritos académicos y ... ya saben. No regreso por nada bueno.
No prometo nada, pero por lo menos, mi vida no se quedó tan mal como pintaba.
Y, entre otras cosas, le debo mucho a este blog. Un besote.
-Desde enero de 2008 ya no soy burócrata. Deo gratias. Sólo dejé de ir.
-No he tenido más hijos y estoy feliz por eso. No me he divorciado y mi esposo ya tiene trabajo.
-Ya no tengo vesícula biliar y me gané tres pequeñas cicatrices.
-Ya dí clases de Lengua Española, Literatura Universal, Literatura Mexicana e Iberoamericana, Taller de Lectura y Redacción.
-Todas las dí a alumnos imposibles. Apestan, mocosos lelos con ansias reproductivas. No los extraño nada. Me pagaron muy poco en esa universidad particular.
-ME TITULE POR FIN y con mención honorífica. Nada mal para 10 años después.
-Ya estoy inscrita en la maestría.
Nada mal, nada mal...de repente se me ocurren cosas para escribir, pero como no tengo internet en casa, pues me las aguanto y se me pasan. Pero hoy, algo pasó que atizó mi espíritu mezquino y dado a las envidias: una antigua amiga puso una foto nueva en su blog, se arroga excesivos méritos académicos y ... ya saben. No regreso por nada bueno.
No prometo nada, pero por lo menos, mi vida no se quedó tan mal como pintaba.
Y, entre otras cosas, le debo mucho a este blog. Un besote.
jueves, mayo 31, 2007
Me voy de la Biblioteca
Pues me avisan que se acabó mi estancia en la biblioteca. Me voy a la Dirección XX, justamente en la que me refería en el post anterior y de la que echaron a mi esposo. Estoy un poco acostumbrada a estos cambios, porque ya llevo cuatro. Veremos. En cuanto a la razón de mi cambio ¿Alguien de aquí habrá visto mi post? No lo sé. Dicen que esa área requiere personal urgentemente. Mientras no me quede sin dinero, tampoco me preocupa mucho que digamos estar aquí o acullá. Espero conservar mi horario privilegiado hasta las cuatro de la tarde, y si no, pues con todo y mi vergüenza, los compañeros tendrán que soportarse a mis dos hijas hasta las seis de la tarde. Saludos grandes, sabía que esto de la Biblioteca se iba a acabar.
martes, mayo 29, 2007
Gente de trabajo
Si han pensado que ser burócrata apesta, tienen toda la razón. El burócrata es un ser despreciable reptante y resbaladizo, que vive con poco, se queja mucho y no hace nada. Para variar, soportará lo indecible, tormentos psicológicos y medievales si es preciso, por su trabajito de pacotilla. Su bandera es la resistencia por su pensión. Nunca podrá crear frente común con nadie, porque suele tener como eje rector de su comportamiento, su absoluta mediocridad y la certeza de que, sexenio a sexenio, nada puede cambiar. Chismosito, un mínimo de coherencia es imposible, un mínimo acto de conciencia moral, es impensable. Como niño aleccionado de primaria, sabe que cualquier rumor de sublevación es castigado: mi esposo pasó de brillante abogado, de juntas de madrugada para manuales de certificación, a sacacopias y atender una ventanilla. Yo de consentida coordinadora, a capturista, edecán, archivista y ahora, bibliotecaria.
Por su miedo intrínseco, el burócrata es un lacayo de palabra y pensamiento. Y por eso, a falta de algo sustancioso, crea un mundillo de subterfugios donde la intrascendencia adquiere proporciones colosales: las suspicacias, las acciones de violencia pasiva y encubierta, pleitos territoriales, las tonterías como hacer bronca porque "me miró feo", tandas, usura y venta de Avon, jerarquías que rozan la aristocracia feudal y amorcillos de hotel de paso, se convierten en sucedáneo, una especie de segunda vida a falta de una auténtica porque la comodidad, la cobardía y la pereza los tiene carcomidos. A veces hay destellos, donde aparece la sutil vena de la sublevación, que no dura mucho. Hace pocos días apareció en el baño del segundo piso un papelito que decía:
SI ERES UN LAMEHUEVOS PROFESIONAL
EN LA DIRECCIÓN XX PROGRESARÁS
El flamante director de esa área, rápidamente convocó a una junta. Dijo lo que nadie la había pedido que desmintiera, se tomó la molestia de contradecir lo evidente y aclaró, que en esa área progresaba solo "gente de trabajo" y no preferidos. El personal salió de esa junta como siempre: sabiendo que su empeño era lo de menos y que un libelo pegado en la pared podía hacer peligrar la paz comatosa su sacrosanto trabajo. Cuidadito.
Al día siguiente a la junta, apareció otro papelito incómodo:
PURA "GENTE DE TRABAJO":
SU TRABAJO ES
LAS RODILLAS AL SUELO,
DELANTE DEL JEFE.